Como ciudadanos, debemos exigir información rigurosa y transparente. Como medio de comunicación, debemos garantizar el respeto a la información y a la sociedad. Como analistas, debemos deplorar el manejo informativo interesado que muchas veces se da a los hechos políticos de los que se informa.
Desde hace unas semanas España está convulsionada por los episodios de corrupción en la que han participado algunos miembros del Partido Popular, actualmente en el poder. Política Crítica aplaude la libertad para exponer esos temas pero sienta su rechazo a la evidente y lamentable polarización en la que están cayendo algunos medios de comunicación españoles y que, necesariamente, está llevando a un alto grado de desinformación en la sociedad.
No se habla aquí de objetividad. Está claro que los condicionantes individuales de cada periodista, y de cada ser humano en general, hacen que la realidad sea aprehendida de manera diferente. Hablamos aquí de rigurosidad informativa, y, sobre todo, de respeto y responsabilidad hacia los lectores. Son ellos quienes deben ser el objetivo del trabajo periodístico en medios que, supuestamente, informan para dar herramientas de decisión, no para representar intereses políticos y económicos de partidos y grupos empresariales que conforman la clase dirigente de un país.
Tal como lo argumentan teóricos de la comunicación como Shoemaker y Reese, los condicionantes políticos, económicos, organizacionales e ideológicos de los medios de comunicación son los que más afectan a la información, la transforman y, en muchas ocasiones, la manipulan. Tal parece ser el caso de alguna prensa escrita, que en su interés por respaldar a determinada línea ideológica o partido político, distorsiona la información al resaltar ciertos trozos de ella y silenciar otros, de igual o mayor importancia que los primeros. España, por días, parece estar viviendo en dos realidades distintas.
Esta situación se ve con bastante regularidad en los titulares y noticias desarrollados en periódicos que favorecen, más allá de la simple identificación que se puede tener con ciertas ideologías, a uno u otro grupo político. Para una muestra las noticias del 9 de febrero. Mientras la mayoría hablaba del incremento de los ingresos del Presidente de España, algunos descontextualizaban la información hablando de las reducciones del salario como mandatario. Así tenemos que, mientras el diario ABC titulaba que “Rajoy gana como presidente un tercio menos que en la oposición”, el diario El País anunciaba: “Rajoy se subió el sueldo un 27% en crisis”
Dos mundos opuestos, dos Españas. Esta situación se presentó luego de que Mariano Rajoy publicara su renta, presionado por un caso, aún en investigación, de presunta financiación ilegal y corrupta en el Partido Popular.
Cada medio pone el énfasis que considere a los hechos, pero toda información debe ir en contexto y con todas las claves para que los ciudadanos sean quienes desarrollen su propia opinión frente a los acontecimientos, adquiriendo herramientas reales para la toma de decisiones.
En síntesis, se requiere que la información sea interpretada, no manipulada ni sesgada para favorecer los intereses de quienes publican, financian y se benefician de la tergiversación mediática. Se trata de ofrecer legítimos puntos de vista a quienes buscan informarse e intentan modificar la realidad, sin necesidad de inventar o mentir en favor de una opinión interesada.
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