Por: Arturo Córdova Estruch / @Ac_estruch
Introducción
Sin lugar a dudas, las investigaciones sobre las transiciones políticas a la democracia, se vieron reforzadas a partir de la caída del “socialismo real” en los países de Europa del Este y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Sin embargo, después de realizar un examen bibliográfico, se puede constatar que todavía queda un largo camino por cubrir, para captar, en toda su complejidad, los procesos de transición. Por ello, este estudio contribuye al debate en torno a estos temas desde una nueva perspectiva. Pues, como plantea Carmen González Enríquez (1992: 196) “en la Europa ex comunista, la ciencia política tiene la ocasión, por primera vez, de observar regímenes totalitarios que se transforman en democracias a partir de un proceso endógeno, es decir, sin imposición exterior del nuevo marco político.” (1)
El objetivo central del trabajo será examinar las transiciones a la democracia, el proceso político de cambio y crisis que tuvo lugar en Europa Central y del Este a partir de 1988, con el propósito de establecer, desde una perspectiva comparada y un enfoque sistémico, si existieron condiciones necesarias y suficientes para emprender dicha transición. Es válido aclarar que el análisis se referirá al periodo de transición y a la naturaleza de los regímenes de partida, no así a las perspectivas actuales de la consolidación de las nuevas democracias de la Europa oriental. Es decir, el centro de atención serán los regímenes no democráticos de partida y algunas características políticas e institucionales relacionadas con su desaparición; la probabilidad de las transiciones a la democracia, por vías, más o menos pacíficas; y el fortalecimiento inmediato de derroteros que condujeron hacia sistemas competitivos.
Por lo tanto, este trabajo no se ocupará de analizar las variables que influyeron en la posterior consolidación de dichos regímenes. Dicho de otro modo, los caminos específicos hacia la consolidación o no de regímenes, más o menos, democráticos, quedan fuera del foco de esta investigación. En ese sentido, cabe señalar, que la crisis y quiebra de los regímenes no democráticos es un proceso que debe mantenerse analíticamente separado de las transiciones a la democracia política, porque el colapso de un régimen autoritario puede o no puede crear las condiciones para el triunfo de la democracia (Linz, ibid.).
Se hace necesario definir qué se entiende por Europa del Este o Europa oriental en este trabajo, ya que es un término de uso habitual y no por ello menos conflictivo. Antes, es imprescindible aclarar que la definición de este espacio no se fundamenta en criterios exclusivamente geográficos. Antes bien se tienen en cuenta, además, criterios políticos e ideológicos por los cuales esta zona del continente europeo estuvo ligada, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1989, a las pautas marcadas desde la URSS, constituyéndose en un bloque político, militar y económico diferente y alternativo a los países occidentales y capitalistas. Igualmente, se reconoce la heterogeneidad de esta región en cuanto a las diferencias culturales, lingüísticas y étnicas, así como las desigualdades en el desarrollo económico, político e histórico de esta área.
Dicho esto, se entiende como Europa del Este u oriental al espacio geográfico y político europeo que hoy conforman los siguientes países: Polonia, Hungría, República Checa, Rumania, Bulgaria, Eslovaquia, Albania, estados como la antigua República Democrática Alemana (RDA), hoy parte de Alemania, o los surgidos de la extinta Yugoslavia, los países del Báltico (Letonia, Lituania y Estonia) antes parte de la URSS junto con Moldavia, Bielorrusia y Ucrania.
Se incluirán como parte de este estudio los casos de Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria y la República Democrática Alemana (RDA). Este último caso, si bien queda incluido, su transición estuvo marcada por la cercanía y adopción de las normas e instituciones de “otro país” con el cual compartía territorio, cultura, lengua y origen histórico (la República Federal Alemana o RFA) lo cual, además de representar una diferencia respecto de los demás, constituye un elemento que complejiza y enriquece el análisis. No se incluiría en el estudio a los Estados resultantes de la desintegración de Yugoslavia, porque la guerra interna en los territorios balcánicos ha hecho muy complicada la transición a la democracia y ello merecería un estudio aparte. El caso de Albania, se descarta por la escasa disponibilidad de información. Asimismo, se excluyen del estudio a las exrepúblicas socialistas miembros de la URSS, en tanto no queda claro si en esos casos pueda hablarse de una transición a la democracia o si esa transición siquiera se haya verificado en la actualidad. Si bien se reconoce que, el desmoronamiento del sistema soviético, tuvo una enorme influencia sobre los países comunistas de Europa del este.
Se presenta un diseño de máxima similitud, donde los casos con características semejantes presentan resultados no idénticos más allá del comienzo de la transición hacia la democracia. Por lo tanto, las diferencias serán las que expliquen el resultado, o, dicho de otro modo, cada comienzo del camino de transición y sus formas específicas de tránsito. Sin perder el foco en los regímenes de partida, si conviene a efectos del análisis, distinguir las especificidades en las que se dio el inicio de la transición (variable resultado), puesto que no fueron idénticas.
Además, conviene puntualizar una limitación esencial que, en buena medida, vicia gran parte de los trabajos dedicados al estudio de este tipo de transiciones. Esto es que el objeto de la investigación se fundamenta, en su gran mayoría, “en el encuentro con una democracia llamémosle “aséptica”, basada en unos rasgos que parecen formar parte del acervo político de una porción casi aplastante de los habitantes de este planeta” (González De Andrés, 2016: 164). En muchas ocasiones, prima una definición que enfatiza la naturaleza procedimental de la democracia y cuyo contenido versa, esencialmente, sobre la separación radical de los ámbitos político y económico, una participación de la sociedad mediatizada por la relevancia de las élites, y una valoración exclusivista de los liderazgos (ibid.: 165) (2). De ahí que, para salvar esta posible limitante, el centro de atención sea la posibilidad de transición y no así en lo que derivo posteriormente dicha transición.
Diseño
Pregunta de investigación: ¿Existieron, en los regímenes de no democráticos de Europa del este, a finales de los 1980´s, condiciones necesarias y/o suficientes, o una combinación de estas, que propiciaron la transición hacia la democracia?
Hipótesis 1: El final de los sistemas comunistas de Europa del este respondió al menos a dos factores estructurales de índole interna, por un lado, el carácter impuesto de estos regímenes y su correspondiente falta de legitimidad, y, por otro lado, su incapacidad para mejorar las condiciones de vida y las expectativas de sus ciudadanos de acuerdo con el modelo de economía centralizada y planificada.
Hipótesis 2: Para ninguno de los casos la acción de la sociedad civil, bien estructurada y activa en la oposición, fue el factor determinante, del camino pacífico o no de la transición.
Se definirán las siguientes variables que serán agrupadas en grupos para su mejor comprensión y análisis.
El primer grupo de variables se refiere a la legitimidad (L) como factor interno de crisis y quiebra de diferentes tipos de sistemas políticos. Para los casos de estudios estas variables son: la presencia (permanencia) de tropas soviéticas en territorio nacional (L1); la existencia de movimientos organizados de oposición interna (L2), esta variable no se refiere a la existencia de algunos intelectuales o voces disidentes, sino a organizaciones masivas de la sociedad civil. Otras variables son: la existencia de un sistema de partido único (comunista) (L3); la existencia de protestas populares (posteriores 1985) (L4), se toma como punto de corte el año 1985 pues marca el comienzo de la aplicación de la política de perestroika y glasnost en la URSS, que supusieron una flexibilización en la libre expresión del disenso y el establecimiento de reformas a lo interno de estos regímenes. Todas estas variables son evidentemente dicotómicas.
El segundo grupo de variables son las referidas a la eficacia relativa de los regímenes autoritarios (E), definida por Juan J. Linz (1990: 13) como “la incapacidad para satisfacer las expectativas de la sociedad, para resolver problemas urgentes, tanto internos como externos. Los regímenes autoritarios tienen en su haber una eficacia parcial que a veces no es despreciable. Sin embargo, no pueden traducir esa eficacia en legitimidad.” Las variables de este grupo son predominantemente económicas dado a que el control estatal de la vida económica, y, el control del partido comunista único sobre la actividad estatal en este tipo de regímenes. es una característica esencial (González Enríquez, 1992). Como plantea Guenov (1991: 349-350) en la Europa del Este el poder económico sólo era accesible desde el poder político.” En ese sentido, estas variables ayudan a comprender también los factores estructurales de índole interna de estos sistemas políticos.
Estas variables se pueden definir como: control estatal o estatalización de la economía (E1). Esta variable, por sí sola, es fundamental a la hora de entender la deformación estructural del sistema, no solo económica, sino política. Los vínculos estrechos que poseían ambas esferas de la vida social, son esenciales para explicar la crisis que dio paso a la transición; puesto que los mercados nacionales excesivamente protegidos, los grandes monopolios estatales, una población dependiente de los presupuestos estatales, contribuyeron a la desestabilización de los regímenes de Europa del Este al no permitir, por la rigidez excesiva del sistema, el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes (González Enríquez, 1992). Otras variables de este grupo son la existencia de un sector privado previo a la estatización; la dependencia del crédito internacional; la deuda externa per cápita o las tasas de inflación. Estas últimas variables quedan excluidas de este estudio por cuestiones de espacio y por no contarse con suficientes datos para todos los casos.
A los efectos de intentar sortear otra posible limitante de este estudio, el llamado “sesgo en la selección de casos” (Collier, Mahoney y Seawright, 2004), ya que todos los casos escogidos presentan el mismo resultado (la transición), se establece una gradación en la forma pacífica o no en que se da dicha transición, para con ello analizar y comparar si las condiciones iniciales (variables independientes) propiciaron o no dichas formas. A esta lógica sirve, además, la hipótesis 2.
La variable resultado, presente en todos los casos, se define como el comienzo del proceso de transición a la democracia, o simplemente, la existencia de transición (R). Ahora bien, como demuestra la experiencia histórica, y ya se mencionó, las transiciones no se dieron de igual forma. La manera por la cual se diferencian, y, una forma de operacionalizar la variable resultado, es el grado de violencia presente en el comienzo del proceso de transición. En consecuencia, se establece tres niveles (Alto, Medio y Bajo), de acuerdo a si el proceso fue más o menos violento, que coinciden, respectivamente, con formas de transición caracterizadas por (Revuelta Popular, Ruptura-Protestas y Reforma-Pactada) (en: Linz, 1975, 1990).
Resultados
Con el fin de simplificar la presentación de la lógica comparativa, se propone una matriz de datos utilizando una codificación binaria para reproducir el comportamiento de las variables. Se le asigna 1 cuando la variable o condición está presente, y 0 cuando la variable o factor está ausente.
Tabla 1. de verdad
Como de forma visual puede ser complicado determinar rápidamente la configuración de condiciones en cada uno de los resultados examinados, la siguiente Tabla 2. muestra los resultados de los diferentes caminos de manera más simple, señalando con un signo más (*) las condiciones causales cuando los países presentan la variable.
Tabla 2
Los resultados también se pueden mostrar traduciendo las vías en una fórmula descriptiva. Esta fórmula es una ecuación booleana que resume los patrones de condiciones causales en los datos para cada uno de los resultados de interés en el análisis QCA. Las siguientes ecuaciones booleanas resume los resultados del QCA, más específicamente, las dos condiciones necesarias y la combinación suficiente para los resultados deseados:
¬E1 => ¬R
¬L3 => ¬R
E1 L3 => R
Donde E1 es la estatización de la economía, L3 es la existencia de un sistema de partido único, y donde R es el resultado para el QCA y se refiere a la existencia de la transición.
Quedan de esa forma identificados como condiciones necesarias para que se diera la transición en los casos en estudio, la estatización de la economía y la existencia de un sistema de partido único, así como su combinación es condición suficiente para el mismo resultado. Ambos variables refieren factores estructurales de índole interna a los sistemas políticos de los seis casos en estudio, los cuales estaban planteadas en la Hipótesis 1.
Respecto a lo planteado en la Hipótesis 2, solo se pudo identificar como condición necesaria, pero no suficiente para que la transición se diera por vías violentas (correspondiente con los niveles Alto y Medio de la clasificación), la presencia de la variable L4, referida a la existencia de protestas populares. Esta variable estuvo presente en todos los casos con los indicadores Medio y Alto (Rumania, Checoslovaquia, RDA). Su presencia en el caso de Polonia, cuya transición se dio por vías pacíficas (Bajo), hacen que esta variable no constituya una condición suficiente para los casos Medios y Altos antes mencionados. Por otra parte, al no ser ni suficientes ni necesarias para el conjunto de los seis casos las variables; L2 (existencia de movimientos organizados de oposición interna) y la ya mencionada L4, queda verificada la Hipótesis 2 que planteaba: que la acción de la sociedad civil, bien estructurada y activa en la oposición, no fue el factor determinante, del camino pacífico o no de la transición.
Por último, se hace necesario resaltar los casos extremos de Rumania y Bulgaria. En Rumania, la transición llego a través de una revuelta popular y fue, sin lugar a dudas, el proceso más violento de las transiciones de los países comunistas de Europa del Este. El caso de Bulgaria fue todo lo contrario, la transición se dio de forma pactada y pacífica a través de la reforma emprendida por el propio partido comunista el cual terminó disolviéndose y cambiando de nombre sin derramamiento de sangre. Lo interesante de estos dos casos, y una cuestión no contemplada antes de la realización de la investigación, es que ambos presentan prácticamente la misma configuración de variables independientes. Es decir, a las condiciones necesarias E1 y L3 se suman la ausencia de L1 y L2; y solo difieren en la variable L4 (la presencia de protestas populares). L4, en el caso de Rumania está presente, mientras para el caso de Bulgaria está ausente. Esto hace pensar en que, para la expresión extrema de la violencia en las transiciones del Bloque del Este, la presencia o no de protestas masivas y populares, así como la correspondiente represión o falta de ella, puede ser un factor causal decisivo. Sobre todo, si tenemos en cuenta que L4 fue detectado como una condición necesaria para la expresión de una transición violenta como ya fue expresado más arriba.
La variable, L1 la presencia (permanencia) de tropas soviéticas en territorio nacional, no resultó, una variable de peso, en proceso mismo de transición. Al menos no parece haber jugado un papel definitorio sobre la estructura interna del sistema político.
Sin embargo, si el análisis hubiera estado enfocado en factores externos que propiciaron la velocidad del inicio de la transición, el resultado hubiera sido otro, ya que tanto Bulgaria como Rumania, que fueron los dos últimos países, en ese orden, en emprender la transición, esta variable está ausente. Cuestión sumamente interesante, puesto que el abandono por parte de Mijaíl Gorbachov, en el marco de la perestroika, de la Doctrina Brézhnev o Doctrina de la Soberanía Limitada, (3) hace pensar que en los países donde los soviéticos tenían fuerzas desplegadas, ante la inacción de estos frente a los acontecimientos que se estaban sucediendo, reaccionaran antes, propiciando la transición. Por el contrario, en los países libres de esa presencia militar, el impulso para el cambio de rumbo tuvo que verse precipitado por factores endógenos de su sistema político.
Discusión
Uno de los factores que más influyó en el desmoronamiento de los regímenes de Europa del Este en 1989, fue el deterioro de la eficacia del sistema para asignar recursos y para satisfacer necesidades materiales de su población. La incapacidad de los gobiernos del Este para dirigir la actividad económica había comenzado desde hacía más de diez años antes, y el constante deterioro de esa función directiva permitió el desarrollo de la crisis económica (ver: Kaminski, 1989).
El hecho insoslayable de que el socialismo en Europa del Este no fuera solo un sistema de dominación política, sino además todo un sistema económico basado en la planificación y centralización económica a manos del Estado (Flores Juberías, 1993; González De Andrés, 2016; Martín de la Guardia, 2004), hacen que la variable referida a la estatización de la economía nacional sea una clave. Como se establece en la Hipótesis 1, es esencial para comprender el proceso de deslegitimación de los regímenes comunistas y su posterior tránsito hacia la democracia.
La imposibilidad de que distintos grupos sociales fueran independientes económicamente del Estado, unido con las crisis económicas y la dificultad para responder a las demandas económicas de la población, como fue mencionado, fueron socavando la legitimidad de estos regímenes, pues, no existía otros responsables para el descalabro que no fuese el propio sistema político-económico mismo. La corroboración de esta variable como necesaria en el QCA viene a validar la segunda parte de dicha hipótesis.
Otra arista de la deslegitimación del sistema es el carácter impuesto del mismo. En este sentido, la presencia en todos los casos en estudio de la variable existencia de un sistema de partido único, como condición necesaria parece corroborar lo propuesto en la primera parte de la Hipótesis 1. Esta variable es de suma importancia para entender el colapso de estos regímenes en un periodo de tiempo tan breve.
Al estar conformado el sistema político por un sistema de partido único, (4) órgano mediante el cual ejercía el poder político del Estado, además, debido al origen impuesto y externo de dicho sistema (Draganov, 2006), las instituciones estatales carecían por un lado de legitimidad popular, y por otro, los apoyos o rechazos al sistema político recaían sobre un mismo responsable, el partido único. Dicho de otro modo, al ser única la estructura que ejerce el poder político, también es única su responsabilidad, en la buena o mala conducción del sistema mismo.
A lo anterior se añade que la diversidad de opiniones presentes en la sociedad, estaba ahogada bajo el peso de la falta de opciones de representación. Por lo que, la rigidez propia de un sistema como el descrito, repercutía en que la ciudadanía no se viera representada en el proceso de tomas de decisiones políticas. De ahí se desprende que, en los regímenes de Europa del Este estudiados, la canalización del descontento hacia el sistema político en su conjunto se diera a través del rechazo al partido único comunista.
Es por ello que debemos destacar que la mayoría de la población se vio compulsada a apoyar el camino de la transición, otorgando su confianza a los partidos o coaliciones mayoritarias surgidas de las primeras elecciones libres. Más allá de discrepancias respecto a las estrategias que debían desarrollarse, todas estas nuevas o recicladas fuerzas políticas, tenían un mismo objetivo final, la democratización efectiva de las instituciones, el transito hacia la economía de mercado (Martín de la Guardia, 2004).
Asimismo, la conjunción de las condiciones necesarias, sistema de partido único y estatización de la economía nacional, constituye una proposición suficiente para el comienzo de una transición, dado a que ninguna por si sola es suficiente para explicar la quiebra del sistema. Sin embargo, la conjugación de ambas variables condiciona corazón mismo del sistema, barriendo con su legitimidad. Recordemos que “la legitimidad es la creencia de que, a pesar de insuficiencias y fracasos, las instituciones políticas existentes son mejores que otras alternativas que pudieran establecerse y pueden por tanto demandar obediencia” (Linz,1988: 65).
Según lo visto en el QCA, la vertebración o no de una sociedad civil sólida, no constituyó una condición decisiva para explicar el inicio de la transición. Ni siquiera explica que la transición se diera de forma pacífica o violenta. Por lo cual la Hipótesis 2, queda igualmente verificada. Sin embargo, cabe señalar que, a pesar de que la sociedad civil, no constituyó un factor clave para el inicio del proceso de transición hacia la democracia, sí tendría un papel fundamental posteriormente para su consolidación (Morlino, 1985). Lo que quedó evidenciado en este trabajo fue, en resumidas, que la existencia de la sociedad civil no fue una premisa para el momento de arrancada, la transición misma. Para Lazlo Bruszt y David Stark (1991: 202), más que Estados fuertes enfrentándose a sociedades fuertes, los casos más típicos de los cambios en Europa del este en 1989, fueron momentos en los que Estados débiles se encontraban frente a sociedades débiles.
Resultan llamativos los casos de Hungría (Bruszt, 1989), Polonia (Herrero de la Fuente, 2002) o Checoslovaquia (Arrillaga, y Moreira, 2005; Escobedo Romero, 2020). Estos países arrastraban una pobre tradición y experiencias democráticas. Ya sea por haber sido sometidos durante mucho tiempo a poderes extranjeros cuyas instituciones eran autocráticas, -por ejemplo, el Imperio Austro Húngaro o el Imperio Otomano- como por su propia evolución interna de corte estalinistas durante la Guerra Fría, la articulación cívica no tenía precedentes. Y, sin embargo, sus sociedades civiles fueron capaces de organizarse y constituirse en movimientos de oposición bien estructurados como, por ejemplo, Solidaridad en Polonia.
Las manifestaciones constantes, aunque tardías en la RDA (Beyme, 1992), la organización y cotidianidad de dichas expresiones de descontento popular en Polonia y Checoslovaquia, así como las manifestaciones desorganizadas en Rumanía (Marcu, 2004; Petrescu, 2020; Stefanescu, 2004), parecen haber tenido un impacto en el grado de violencia de la transición, pero no así en que la transición se produjera.
Conclusiones
No es posible entender los cambios acaecidos en Europa del este en 1989 sin comprender que, el centralismo económico y la rigidez del sistema político, fueron factores claves para la erosión de la cohesión interna del sistema.
Ciertamente, el inicio de la transición de los regímenes comunistas hacia la democracia puede ser medida con disímiles variables. Algunas de esas variables pudieran estar referidas al control sobre los sistemas educativos; la propaganda; el control sobre los ámbitos de producción y reproducción cultural; las evidentes diferencias étnicas y religiosas en la región; el papel de la iglesia o la represión violenta. Otras de estas variables también fueron referidas en el apartado de diseño de la investigación. Todas, sin dudas, un incentivo para ampliar los estudios sobre estos temas.
Sin embargo, lo que no puede obviarse es que la insatisfacción para con los regímenes comunistas y la falta de legitimidad de los mismos son elementos que necesariamente tienen que ser explicados mediante acercamiento a alguna de las cuestiones que quedaron aquí planteadas, como la presencia de un sistema de partido único y la estatización de la economía.
Otro elemento que no puede pasarse por alto, es el hecho, reconocido en este trabajo, que la articulación de la sociedad civil no puede considerarse como un factor de presión con capacidad para mediar en estos procesos de transición a la democracia. Por otro lado, la insuficiencia para el comienzo de la transición -no así para su desarrollo posterior- de la variable referida a la articulación de la sociedad civil, constituye un resultado revelador. Por cuanto pudiera pensarse justamente como lo contrario. Es decir, como un factor de presión con capacidad para mediar en estos procesos de transición a la democracia.
En definitiva, si bien podemos encontrar disímiles caminos por los cuales acercarnos a este tema; si bien nadie duda de su impacto en la geopolítica mundial y del amplio debate académico que aún suscita, esta breve investigación, ha venido a arrojar luz sobre la singularidad del proceso originado en Europa del este hace poco más de 30 años. Proceso para el cual, hacer generalidades comparativas, además de una temeridad, parece un ejercicio intelectual provechoso.
Notas
(1) Es indispensable precisar que los científicos sociales han formulado disímiles definiciones y distinciones entre regímenes totalitarios y autoritarios que por razones de espacio no son posibles de definir aquí, siquiera los tipos ideales.
(2) Véanse diversas conceptualizaciones de democracia en: Dahl (1971), Linz (1978), Huntington (1991), Przeworski (1991), Schmitter y Karl (1991).
(3) La Doctrina Brézhnev o doctrina de la soberanía limitada, fue una doctrina política-militar soviética introducida, en 1968, por Leonid Brézhnev, que justificaba la intervención de las fuerzas del Pacto de Varsovia si un país miembro trataba de “pasar del socialismo al capitalismo”. Para un análisis detallado ver: Furtak, R. K. (1976). “Las funciones y las consecuencias de las doctrinas Monroe y Brezhnev; una contribución a la discusión sobre la dependencia”. Foro Internacional, 16 (63), 327-349; y en: Applebaum, A. (2012). The Iron Curtain. The Crushing of the Eastern Europe 1944-1956. Penguin, UK.
(4) El régimen de partido único, en muchos de los casos (a excepción de Checoslovaquia y Rumania) se estableció mediante la unificación forzada de varios partidos existentes en un único frente bajo la égida de los partidos comunistas (Partido Socialista Unificado de Alemania; Partido Unidad Nacional en Polonia; Partido de los Trabajadores Húngaros), en el caso de Bulgaria fue a partir de la disolución del Frente de la Patria a favor del Partido Comunista de Bulgaria. Todo este proceso de sovietización política, se dio marcado por la presencia del Ejército Rojo como fuerza de ocupación vencedora la IIGM, que sirvió como una herramienta de presión, desde Moscú hacia los estados de Europa del Este, para el establecimiento del sistema comunista.
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Arturo Córdova Estruch
La Habana (Cuba).
Es licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía e Historia de Universidad de La Habana, donde fue Summa Cum Laude y ganó el premio de investigación científica de 2017. Posteriormente fue profesor de Historia Contemporánea e Historiografía General en esa misma universidad, y, paralelamente, se desempeñó como especialista en investigación e historia de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Posgraduado en Gestión de Procesos Culturales por la Cátedra UNESCO de La Habana y en Fundamentos teóricos-metodológicos para los estudios hemisféricos por el CEHSEU. También se ha especializado en historia contemporánea, análisis de discurso político y las relaciones transatlánticas. Es estudiante del máster en Análisis Político de la Universidad Complutense de Madrid.
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