Protestas en Egipto, ¿síntoma o causa?

MUNDO: Egipto juega un papel clave en la expansión de la Primavera Árabe. Sin embargo, el actual clima de tensión postrevolución puede provocar una implosión del fenómeno.

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Álvaro M. Barea Ripoll

Opositores del Presidente Morsi manifestándose en la plaza Tahrir. Fuente: Islamic Human Rights Court.
Opositores del Presidente Morsi manifestándose en la plaza Tahrir. Fuente:
Islamic Human Rights Court.

La plaza de Tahrir es un lugar emblemático no sólo en la historia reciente de un país milenario como es Egipto sino también en la expansión de la llamada Primavera Árabe.

Fue en Tahrir donde se derrocó el régimen de Hosni Mubarak y se constituyó el nuevo Egipto y fue en Tahrir donde la mecha de la revolución tunecina dejó de ser un caso aislado y se convirtió en un fenómeno exportable al resto del mundo árabe, dando lugar a protestas multitudinarias donde antes era impensable. Hoy, a una semana para que se cumplan dos años de la caída del antiguo régimen, la plaza Tahrir vuelve a albergar a decenas de miles de manifestantes, esta vez contra el presidente Mohamed Morsi y el gobierno de los Hermanos Musulmanes.

¿En qué consisten estas protestas? ¿Qué mueve ahora a los manifestantes? La movilización, en primer lugar, se reavivó a finales del pasado noviembre tras la promulgación de una serie de decretos que hacían inviolables las decisiones presidenciales de Morsi y la Asamblea Constituyente frente a cualquier acción del poder judicial egipcio. Con el paso de los días y, tras la marcha atrás de Morsi en su decisión, la protesta se mantuvo, pero a partir de entonces se orientó contra el proyecto de Constitución egipcia, la cual fue finalmente aprobada por referéndum por más del 60% de los votantes egipcios el pasado diciembre.

«Las protestas en Egipto son un síntoma de un engranaje político aún por pulir…»

Egipto ha sido y está siendo un nodo clave en la expansión de la Primavera Árabe, y ha sido históricamente un país de referencia en el mundo árabe; por ello, no es descabellado pensar que su transición a la democracia puede servir de modelo a otros países. Es por esa razón por la que resulta importante saber qué naturaleza tienen estas protestas en el nuevo Egipto.

Por un lado, la tensión en la calle puede responder a un síntoma que refleja un problema de gobernabilidad, es decir; es una mera incidencia que dificulta la acción de gobierno. En el modelo de sistema político de David Easton, las manifestaciones contra Morsi se traducen como el rechazo del medio social a políticas públicas—en este caso los decretos de inviolabilidad—, por lo que hablaríamos de un problema con solución dentro del propio proceso de toma de decisiones del nuevo sistema político egipcio. En la retroalimentación del sistema, que conecta de manera cíclica la relación entre una decisión política y su efecto en el sistema político, la retirada del polémico decreto o la negociación con los sectores opositores deberían poder devolver la estabilidad. El problema para Egipto en este sentido es que ya se abrió ese proceso de negociación, pero la tensión continua.

Por otro lado, la ocupación de Tahrir y de los aledaños del palacio presidencial puede ser la causa de un problema mayor. Es decir, la continuación de determinadas prácticas en un escenario incipientemente democrático, tanto por parte del gobierno como de la oposición, pueden causar un daño severo a la propia primavera egipcia. En este sentido, la experta en gobernanza Renate Mayntz plantea que los países donde la autoridad pública prácticamente ha desaparecido y donde el Estado ha perdido el monopolio del poder legítimo, no reúnen las condiciones necesarias para desarrollar una gobernanza moderna. Al caso, otro experto en la cuestión, Jan Kooiman, define la gobernanza moderna como un gobierno bidireccional y alternativo al de tipo jerárquico, ya sea como un auto-gobierno o un co-gobierno entre los actores políticos.

«…pero si persisten como herramienta cotidiana de disputa política, acabarán por derrumbar el nuevo Egipto»

El caso de Egipto bien puede adecuarse a estas consideraciones; la sociedad egipcia, así como los actores políticos del nuevo sistema político, estaría pecando de inexperiencia a la hora de ejercer la democracia como procedimiento, algo perfectamente comprensible por otro lado. Los actores políticos, por su parte, mantienen una posición de auto-referencia dentro del sistema, considerándose cada uno el centro del mismo y, en base a ello, en portadores de la mayor legitimidad y razón, dificultando así el necesario acuerdo que tiene por fin el pluralismo político. Por esta razón Morsi decreta la inviolabilidad de sus medidas, los Hermanos Musulmanes redactan una Constitución prestando poca atención a la sensibilidad de las otras corrientes ideológicas de Egipto, el poder judicial disuelve la primera Asamblea Constituyente de la era post-Mubarak y absuelve a varios responsables de la represión del antiguo régimen, y la oposición laica protesta vehementemente contra una Constitución que mantiene la sharía como fuente principal de derecho, algo que ya se recogía en su antecesora de 1980.

Los acontecimientos ocurridos en Egipto en estos últimos meses y semanas, teniendo bien presente los recientes disturbios que han provocado decenas de muertos, dan a entender que ambas opciones no son excluyentes. Es decir; la tensión política es un síntoma y también es una causa. Es un problema de gobernabilidad que ha dejado constancia de un problema de gobernanza. Por ello, podemos decir que el futuro de Egipto es complicado pero no es necesariamente pesimista. Corresponde a los actores políticos del nuevo Egipto asumir la difícil tarea de lograr una madurez democrática suficiente a fin de ser capaces de encontrar puntos en común y lograr acuerdos fundamentales que constituyan la base de una democracia estable y eviten el colapso de la primavera egipcia.

PARA MÁS INFORMACIÓN:

EASTON, David (1953), The political System, Alfred A. Knopf, New York.

KOOIMAN, Jan (2005), “Gobernar en gobernanza” en La gobernanza hoy: los 10 textos de referencia, Instituto Nacional de Administración Pública, Madrid.

MAYNTZ, Renate (2001), El Estado y la sociedad civil en la gobernanza moderna, Revista del CLAD Reforma y Democracia, Nº 21,  Caracas.

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