El escenario político italiano actual sigue siendo incierto incluso después de las recientes elecciones. Al problema coyuntural político de las distintas fuerzas políticas de Italia se le une una representatividad mermada por una ley electoral que necesita una reforma.
Francesco Tucci *
El 24 y 25 de febrero pasado, al terminar una difícil legislatura, el pueblo italiano renovó su Parlamento. Durante el último periodo legislativo la mayoría de centroderecha que había ganado los comicios precedentes entró en crisis, siendo reemplazada por una coalición transversal que se caracterizó por dar soporte político al Gobierno técnico de Mario Monti.
El cuadro político previo
El líder de la centro derecha, Silvio Berlusconi, en 2008 obtuvo una mayoría sin parangón en la Cámara de Diputados (344 de los 360) y otra importante en el Senado (174 de los 315), la misma que con el pasar del tiempo se fue erosionando.
Uno de los golpes más duros del cuarto Gobierno de Berlusconi lo recibió con la salida de Gianfranco Fini de su Partido — Popolo delle Libertà—, Presidente de la Cámara. Este último y sus seguidores han criticado la política berlusconiana por ser ajena a los problemas del país, y estar, más bien, íntimamente ligada a los intereses personales del líder —involucrado en numerosos juicios— y de su partido aliado Lega Nord —firmemente interesados en la secesión del norte de Italia—.
La fractura originó la búsqueda de apoyo político en la mayoría parlamentaria, la misma que ha visto incrementarse considerablemente su poder de extorsión. Es una paradoja que no haya sido el Parlamento el que haya quitado la confianza al Ejecutivo, sino que este último haya caído a causa de numerosos «incidentes» parlamentarios que fueron frenando la aprobación de medidas fundamentales para el Gobierno —la ley de revisión del presupuesto 2011— y a causa de las especulaciones y temores del mercado internacional.
Por estos motivos, el 12 de noviembre de 2011, Berlusconi dimitió y el presidente de la República italiana Giorgio Napolitano encargó a Mario Monti la tarea de formar un nuevo Gobierno, en vista de su experiencia como excomisario de la UE y presidente de la renombrada Universidad Bocconi de Milán.
El ejecutivo técnico, con el apoyo bipartisan, ha conducido una política de rigor para sanear las cuentas públicas y garantizar la regla de oro presupuestaria para el 2014, como lo ha solicitado la Unión Europea.
En un año de Gobierno, Monti ha buscado promover reformas estructurales en el sistema laboral y económico del Bel Paese, sin embargo, las medidas aprobadas han tenido efectos recesivos que han llevado a la reducción del Producto Interno Bruto y a la obstaculización de la recuperación económica. El aumento de la presión fiscal al 42% —más alta que el promedio de la UE— junto a una serie de escándalos en los que se han visto involucrados los principales partidos italianos, han terminado mermando la confianza puesta por los italianos en la política de los técnicos e incrementando la antipolítica.
Con base en las encuestas, llevadas a cabo antes de las elecciones, se preveía una abstención muy alta en los comicios (de hasta un 20%) así como un resultado muy aceptable (entre el 12 y el 16%) para el Movimiento 5 Stelle (M5S) de Beppe Grillo, el ex comediante genovés que busca la renovación de la actual política italiana.
El M5S, un partido con una opinión de carácter populista, fue la verdadera novedad de estas elecciones, ya que rompió los esquemas tradicionales de la representación proponiendo a los ciudadanos la «reapropiación» de la política con la destitución de la vieja clase dirigente, a la que consideran inepta y corrupta.
La fuerza detonante del M5S se evidenció en la decisión de escoger a sus candidatos a través de una plataforma web entre exponentes de la sociedad civil seleccionados con base en criterios férreos de transparencia, y a su adhesión a las reglas comportamentales del Non statuto .
El fenómeno Grillo ha complicado la posibilidad de la formación de una mayoría parlamentaria que permita hacer viable la estabilidad del futuro Gobierno, vista la actual ley electoral denominada Porcellum que –a pesar de todos los comentarios negativos recibidos por partede los distintos partidos- ha permanecido intacta desde su aprobación.
La trampa de la Ley Electoral
La Ley Electoral en vigor (Ley 270/2005) fue concebida por el segundo gobierno de Berlusconi (2001-2005) e ideada por el entonces ministro de las Reformas Institucionales, Roberto Calderoli del partido Lega Nord. El mismo autor de la ley, en una entrevista televisiva, la definió como una «cochinada» porque no favorecía la gobernabilidad –como se demostró durante el posterior gobierno de centroizquierda liderado por Romano Prodi-. Por este motivo el politólogo Giovanni Sartori la bautizó como Porcellum[i].

Fuente: Yahoo Italia
Las características principales del Porcellum son las siguientes:
• Abolición de los colegios uninominales
Instala los colegios plurinominales en base proporcional que consisten en votar por una lista y no directamente por un solo candidato de coalición o partido. El Porcellum, además, ha introducido por primera vez las circunscripciones del extranjero, con12 puestos en la Cámara de Diputados y seis en el Senado.
• Listas bloqueadas
No está permitido expresar el voto preferencial en las listas de partidos. En la práctica, la elección de parlamentarios depende únicamente de las prelaciones, intereses y preferencias establecidas por los propios partidos. Los candidatos que encabezan la lista tienen una mayor probabilidad de ser elegidos, ya que los votos se distribuyen en base al orden preconstituido por el partido. Esta característica es centro de numerosas polémicas, motivo por el cual el PD (Partito Democrático) y el M5S realizaron las primarias para seleccionar los candidatos y su orden en las listas.
• Coaliciones
La Ley permite la formación de coaliciones entre los partidos, reagrupados en listas, que deben indicar un líder que encabece la misma. El programa y el líder de la fuerza política, en caso de coalición, deben ser únicos. El líder de la coalición es asimismo el candidato a la Presidencia del Consejo de Ministros, por lo cual deberá contar en nómina como tal, de parte del presidente de la República de acuerdo a la Constitución italiana.
• Representación mínima inicial
1. Cámara de Diputados: cada coalición debe obtener al menos un 10% de los votos nacionales, mientras que por listas no agrupadas el margen se reduce al 4%. Este último margen vale también para las listas agrupadas en una coalición que no haya alcanzado el 10% requerido.
2. Senado: el mínimo que debe ser superado a nivel regional es del 20% de los votos para el caso de las coaliciones, el 3% para las listas en pacto, y el 8% para las listas sin coalición y para las que se hayan presentado en coaliciones que no han conseguido el 20%.
• Premio a la mayoría
1. Cámara de Diputados: está garantizado un mínimo de 340 vacantes a la coalición que obtiene la mayoría relativa de los votos. Los 12 puestos vacantes asignados al extranjero son contados independientemente, como en el caso de la vacante para Valle D’Aosta.
2. Senado: el premio de mayoría está garantizado en una base regional, asegurando a la coalición ganadora en por lo menos una región el 55% de las vacantes asignadas a ésta. No está previsto ni para la región Molise (2) ni para el extranjero (6). Para Valle D’Aosta (1) el sistema electoral es uninominal, como en el caso de 6 de las 7 vacantes asignadas a Trentino-Alto Adige.
Esta ley electoral, entre otras cosas, contribuyó a la inestabilidad del segundo Gobierno de la centroizquierda, que duró sólo dos años. En las elecciones del 2006, gracias al sistema de premios a la mayoría, la Unione obtuvo en el Senado 159 puestos ante los 156 de la Casa della Libertà de Berlusconi. Hay que tener presente que en Italia rige el bicameralismo perfecto: todo proyecto de ley debe ser aprobado sin modificaciones por ambas Cámaras.
Escenarios postelectorales
Son cinco los candidatos a primer ministro que se enfrentaron en esta contienda electoral, además de Silvio Berlusconi. Estaba el candidato de centro izquierda Pier Luigi Bersani; el hasta ahora Primer Ministro, Mario Monti, como líder de una coalición de moderados; los outsiders Beppe Grillo del M5S, coalición de izquierda Rivoluzione Civile (Revolución Civil) del exmagistrado Antonio Ingroia y la coalición de derecha Fare per Fermare il Declino (Hacer para Detener la Decadencia) del periodista Oscar Giannino.
Algunos meses atrás la victoria de la centro izquierda era considerada un certeza. Se tenía como la única alternativa creíble. Sin embargo, la situación ha cambiado en poco tiempo con el escándalo de la Banca Monte dei Paschi di Siena relacionada al Partido Democrático y la muy agresiva campaña electoral de Berlusconi basada en una miríada de promesas, como la condonación fiscal y la restitución del impuesto a la compra de la primera casa (IMU) introducido en el 2012 (devolución directa en metálico).
Es por estos motivos que la centroderecha recuperó la aprobación de un sector importante de ciudadanos italianos que le ha permitido, al término de las elecciones, alcanzar porcentualmente a la centroizquierda.
La coalición de Bersani, efectivamente, obtuvo el control de la Cámara a través del premio de mayoría con 340 escaños, gracias a sólo 124 mil votos de diferencia con la coalición de Berlusconi.
La votación tuvo un final de fotografía: la centroizquierda obtuvo la mayoría relativa con el 29,5% frente al 29,1% de la centroderecha, el 25,5% del M5S y el 10,6% de la formación liderada por Monti. Si se consideran los partidos individualmente, el movimiento de Grillo superó a un PD que, sin considersr la coalición, hubieese obtenido sólo el 25,4%. En el Senado, en cambio, la coalición PD-Sel alcanzó el 31,6%, el grupo Pdl-Lega el 30,7%, el M5S el 23,8%, la lista Monti un 9,1%: cifras que determinan un futuro de ingobernabilidad. De hecho ningún partido obtuvo la mayoría absoluta de los escaños (158), la centroizquierda alcanzó sólo 120, la centroderecha 117, el M5S 54 y la lista de Monti 18.
En este nuevo escenario político que se ha configurado después de las votaciones en las urnas, el líder de la centroizquierda Bersani debe decidir si correr el riesgo de gobernar con una exigua mayoría —con el latente riesgo de perderla—o si recurrir a un Gobierno de unidad nacional abierto a las demás fuerzas políticas. En este último caso, se podría dar inicio a tiempo a una legislatura que apruebe las reformas prioritarias para el país, como la de la reforma electoral, para luego convocar nuevas elecciones y garantizar finalmente a Italia una mayoría estable en el Gobierno.
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*Francesco Tucci es periodista graduado en Ciencias Políticas del Istituto Universitario Orientale de Nápoles. Especializado en derecho parlamentario, trabajó a la Cámara de Diputados de 2006 a 2008. Hoy trabaja para algunas agencias de prensa, colaborando con el Centro de Estudios Internacionales (Ce.SI) y la asociación «Il Caffè geopolítico».
[i] Se le denomina así a la ley que promocionó y aprobó el gobierno de Berlusconi en 2005. En castellano se puede traducir como cerdada o cochinada, porque perseguía como único fin la reelección del “Il Cavalierie” por otros cinco años.
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