MUNDO: Los nuevos cambios democratizadores en Myanmar han supuesto un gran avance respecto al modelo de la “Vía Birmana al Socialismo”. El nuevo gobierno civil y las elecciones parlametarias reflejan estos importantes avances, sin embargo queda un largo recorrido en un país donde las fuerzas militares todavía tienen el auténtico poder.
Javier Ortuño López

El caso de la independencia de Birmania (rebautizada como República de Unión de Myanmar en 2010) es uno de los más complejos y violentos de la descolonización británica. La actual Myanmar[1] se caracteriza por ser uno de los países con mayor diversidad étnica del mundo. De sus 45 millones de habitantes, una tercera parte está constituida por minorías étnicas que habitan en la mitad del territorio del país. De esta forma, la Constitución de 1974 dividía al país en siete Estados habitados por minorías étnicas; los Estados de Chin, Karen, Kachin, Kayah, Mon, Rakhine (Arakan) y Shan. No obstante, toda esta variedad étnica y cultural, con más de 100 grupos lingüístico diferentes poseen un elemento común y aglutinador: el budismo theravada. Pero si bien más de un 85 % de la población birmana practica esta religión, también se encuentran otras religiones como el Islam, profesado por diferentes grupos étnicos como los Rohingyas, o los grupos animistas del Estado de Kachin (Moltó y Elías, 2010: 109).
Aunque la Constitución birmana de septiembre de 1947 estableció un Estado Federal, en la cual se llegó a reconocer el derecho de las minorías a un alto grado de autonomía e incluso a la independencia, aquellas demandas nunca se vieron satisfechas. Esto provocó que algunas de estas minorías étnicas se sumaran al primer levantamiento armado de 1948 entre el nuevo gobierno y el Partido Comunista Birmano.
Posteriormente, en marzo de 1962 la cúpula militar del país, bajo el liderazgo del General Ne Wi asumió el poder tras un golpe de Estado con el pretexto de restaurar la ley y el orden, y mantener la unidad nacional en peligro ante la diversidad étnica, instaurando así una etapa de autocracia (Campos,2007:1). La nueva autoridad militar constituida en un Consejo Revolucionario consolidó una dictadura centralista organizada en torno al único Partido: el del Programa Socialista Birmano, el cual promovió una ideología aislacionista y xenófoba conocida como «Vía Birmana al Socialismo» (Moltó y Elías, 2010: 109).
Esta dictadura condujo a la represión de los derechos fundamentales y a una grave crisis económica, que agravada por la creciente escasez alimentaria, que acabaría produciendo en la primavera de 1988 una serie de protestas generalizadas por toda la población. La respuesta del régimen fue contundente. Las manifestaciones pacíficas y las jornadas de huelgas generales fueron reprimidas violentamente por el poder militar. Los dirigentes militares, prohibieron el derecho de asociación y reunión pública, detuvieron a cientos de manifestantes, y muchos de ellos fueron ejecutados sumariamente o torturados en prisiones. Todo ello acabó ocasionando una presión ciudadana tan contundente que finalmente, el entonces líder del país, el General Ne Win, en julio de 1988 dimitió de su cargo en el Partido y anunció la celebración de un referéndum con el objeto de volver a instaurar un gobierno democrático pluripartidista (Moltó y Elías, 2010: 110).
La recién creada Junta de Estado, encabezada por el nuevo Primer Ministro, el General Saw Hamhung, convocó elecciones libres, lo cual condujo a la organización de partidos opositores al régimen, entre los que destacó la Liga Nacional Democrática (LND), liderada por la actual Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi. Pero se produjeron detenciones arbitrarias de la Secretaría Genral del LND y sus máximos dirigentes. No obstante, el 27 de mayo de 1990 se celebraron las elecciones, y aunque toda la oposición estaba en prisión, ganó el LND con más del 80% de los escaños (Moltó y Elías, 2010: 110).
La Junta Militar no reconoció el gobierno democrático electo y mantuvo a gran parte de la oposición arrestada o encarcelada. Entre ellos ha estado Aung San Suu Kyi, quien estuvo en arresto domiciliario hasta el 13 de diciembre de 2011 cuando finalmente fue puesta en libertad.
Si bien en 2010 el régimen de Myanmar convocó las primeras elecciones legislativas, los comicios fueron considerados fraudulentos. Estas acciones “democratizadoras” han estado acompañadas durante todo este tiempo de la represión y la extorsión, pilares fundamentales en los que se ha asentado este régimen. Las acciones violentas contra cualquier manifestación de disidencia han sido duramente castigadas, especialmente las revueltas estudiantiles de 1996, o la conocida masacre de Depayin en la que los máximos representantes de la LND fueron atacados por manifestantes progubernamentales (Moltó y Elías, 2010: 111).
Desde la independencia de Birmania, las luchas armadas entre las tropas gubernamentales y las guerrillas pertenecientes a distintas minorías étnicas, especialmente los karen, han sido constantes. Las actuaciones del ejército liderado por la dictadura de la Junta Militar desde 1962, ha tenido un efecto devastador, sobre todo , entre la población civil provocando numerosas violaciones del Derecho Internacional Humanitario. A este conflicto armado y a la feroz represión, hay que sumarle la presencia de la milicia Swan Ah Shin, que es una fuerza de base integrada por civiles que cooperan con las autoridades birmanas, prestando servicios paramilitares, de represión y de inteligencia militar, aunque no se encuentran formalmente bajo la dependencia de ningún organismo gubernamental (Moltó y Elías, 2010: 112).

La desproporcionalidad de la fuerza volvió de nuevo a manifestarse en septiembre y octubre de 2007, en la llamada revolución del “azafrán”. Estos acontecimientos tuvieron una gran repercusión internacional debido a la violencia y la represión con la que la Junta Militar se enfrentó a los monjes opositores y a la población en general (Human Rights Watch: 2007).
Desde que en 1962 la Junta Militar asumió el poder en Birmania, este país se ha convertido en uno de los más pobres y represivos del mundo. El encarcelamiento de la oposición, la anulación de elecciones y la represión contra todo aquel que se opusiera al régimen han caracterizado a este Estado opresor.
La gran diversidad étnica no ha facilitado en muchas ocasiones la unidad del país tras la independencia de Gran Bretaña, y supuso una de las excusas del régimen para aplicar su llamada “Vía Birmana para el Desarrollo”. Pero ha sido precisamente la gran diversidad, unida por el budismo theravada, la que se ha valido de este punto en común para reivindicar un Estado con mayores libertades y más democrático, tal y como se manifestó en la revolución del “azafrán”.

No obstante en los últimos años se han aplicado paulatinamente importantes reformas democratizadoras. En 2008 se creó la nueva Constitución, que aunque se redactó por miembros elegidos por el régimen militar, se aprobó mediante referéndum. Más tarde se daría un proceso electoral promovido y “dirigido” por la Junta militar en noviembre 2010 para dar paso a un gobierno civil, reflejo del lento camino hacia la democratización de Myanmar, y que supuso un auténtico cambio. En abril de 2012 se realizaron comicios parciales y Suu Kyi y otros 42 miembros de la LND tomaron posesión de 43 escaños del Parlamento nacional, aunque la mayoría absoluta del Legislativo sigue en manos del Partido del Desarrollo y la Solidaridad de la Unión (PDSU), que lidera el actual presidente birmano, el exgeneral Thein Sein, desde marzo de 2011 (El País: 18-4-2012). Estas reformas reflejan un cambio, aunque lento, hacia la democracia de Myanmar, un país ya gobernado por civiles, pero cuyo auténtico poder queda todavía reservado a las fuerzas militares.
Bibliografía:
– Campos Palarea, Rubén. “La revolución del azafrán en Birmania”: claves geopolíticas para una posible transición. Real Instituto Elcano. Área: Asia-Pacífico- ARI Nº 118/2007.
– Esteve Moltó, José Elías. “La inacción del Consejo de Seguridad ante la amenaza a la paz y seguridad internacionales: el caso de Birmania”. Anuario Español de Derecho Internacional. Vol,26. 2010.
-Human Rights Watch: “Burma crackdown. Repression of the 2007 popular protests in Burma”, Vol. 19, nº 18 (C), Nueva York, diciembre 2007.
-El País: http://internacional.elpais.com/internacional/2012/04/18/actualidad/1334738227_298837.html (última consulta el 9-5-2013)
[1] Birmania fue rebautizado como República de Unión de Myanmar por la Junta Militar en 2010, aunque previamente, en 1989, ya fue nombrada como Myanmar.
Deja una respuesta