Por: Nicolás Andrés Ricardo Franco
@Niko_RicardoF
“Hay décadas en las que no pasa nada y semanas en las que pasan décadas”. Esta frase que inmortalizó Lenin en la convulsionada Europa de 1917, hoy vuelve a nosotros porque resume perfectamente los primeros 100 días de gobierno del “Cambio por la vida”. Sin duda han sido semanas intensas donde todas las expectativas están puestas en las decisiones que tome el primer mandatario de izquierda en la historia de Colombia.
Y es que la llegada de Gustavo Petro a la presidencia trae consigo un doble desafío: atender el llamado de millones de personas que se movilizaron, tanto en las calles como en las urnas, exigiendo soluciones a los problemas estructurales que afectan a Colombia, en favor de mayorías sociales excluidas; así como el reto de consolidar un proyecto popular de país que logre superar el uribismo como fuerza hegemónica.
Con estos objetivos trazados, no había tiempo que perder. Desde el momento mismo de su posesión, con una plaza de Bolívar a reventar y haciendo llegar la espada del libertador como primer acto de gobierno, su agenda, y la de sus ministros, ha andado a toda máquina.
Transcurridos los primeros 100 días, ya se ven resultados en torno a la reestructuración de la cúpula militar y policial; el restablecimiento de relaciones con Venezuela; el orden que está imponiendo la SAE[1] sobre los bienes confiscados a la mafia; la implementación del modelo de salud preventiva en los territorios; la condonación de deudas del Icetex a los estudiantes de más bajos recursos y el nuevo modelo con tasas de interés 0%; la titulación de más de 681.000 hectáreas de tierras a campesinos y los acuerdos con terratenientes (Fedegan) en vía de una gran reforma agraria. Esto por mencionar algunas de las acciones movidas directamente desde el órgano ejecutivo.
Pero tal vez uno de sus mayores logros se da en materia legislativa. Porque a pesar de no haber alcanzado las mayorías plenas con la bancada del Pacto Histórico y los sectores ideológicamente cercanos, una política pragmática de alianzas parlamentarias le permitieron formar las mayorías suficientes para generar el margen de gobernabilidad necesario e impulsar las principales reformas de su programa de gobierno.
Consciente que estos acuerdos con los partidos de derecha en el Congreso tienen fecha de caducidad, y que la luna de miel no durará los 4 años de mandato, la administración Petro se ha anticipado y ya sacó adelante proyectos como la Reforma Tributaria y el marco jurídico para la Paz Total. Medidas legislativas que, junto a la creación del Ministerio de la Igualdad, son piedras angulares para concretar la agenda transformadora que se ha planteado.
Sin embargo, todos estos avances se desdibujan cuando no se logra hacer frente a la agenda mediática que sigue controlada por los mismos poderes hegemónicos y se pierde la iniciativa narrativa ante la gente de a pie. Tan importante es ganar en el plano de lo institucional, como disputar el relato que se construya de estos nuevos tiempos.
No se debe subestimar el papel de la oposición, porque, aunque no se termine de definir una cabeza visible de la derecha en los escenarios de discusión, esto no significa que se haya venido a menos, todo lo contrario, pues armados de sus aparatos económicos y mediáticos, saben que la disputa está en el campo de lo simbólico y hacia allá es que están apuntando sus esfuerzos. Ya han demostrado que su repertorio estará orientado a las fake news, el pánico económico, la sobre cobertura parcializada de los medios de comunicación, la descalificación y la desviación de los debates. Utilizarán todos los elementos que estén a su alcance y para eso hay que estar preparados.
Cabe revisar otras experiencias a nivel internacional, no ya para creer que todos los contextos son iguales, sino para comprender mejor cómo operan estos poderes en lógicas culturales. Por ejemplo, en Chile, que a partir del triunfo de la opción que rechazó la nueva Constitución, la misma derecha que perdió el gobierno frente a Gabriel Boric, ahora busca reescribir, no sólo el texto constitucional, sino también los imaginarios en torno al Estallido Social de 2019 [2].
O en España, donde el Ministerio del Trabajo, en cabeza de Yolanda Díaz y el grupo parlamentario Unidas Podemos, logró sacar la mayor reforma laboral progresiva de los últimos tiempos, dejando las cifras más altas de ocupación formal desde 2008 y beneficiando a más de 20,5 millones de trabajadores [3]. Sin embargo, una guerra comunicativa promovida en contra de este grupo político ha opacado esta y otras gestiones, favoreciendo a sectores de derecha y extrema derecha que avanzan a pasos agigantados en el continente europeo.
Ante este escenario, es necesario pensar alternativas desde el gobierno nacional para hacer frente a la arremetida mediática de los sectores reaccionarios. Alternativas que pasarían por el fortalecimiento de la red pública de medios de comunicación, así como por plantear mejores estrategias desde los canales propios de comunicación oficial. Pero también, estos momentos requieren que nos involucremos como sociedad civil movilizada; que se activen las militancias de base, las asociaciones vecinales, las organizaciones sociales y se sumen todos los esfuerzos para bajar las discusiones de la política nacional a los barrios, al transporte público y en general a todos los lugares comunes para que la ciudadanía se empodere y sea a ésta a la que el proyecto popular de gobierno deba responder.
Notas
[1] SAE: Sociedad de Activos del Estado. Entidad encargada de administrar los bienes afectados con medida cautelares y con extinción de dominio, según la Ley 1708 de 2014. https://www.saesas.gov.co/nuestra_entidad/quienes_somos
[2] Puede ampliar este debate en: https://www.elmostrador.cl/destacado/2022/10/18/18-o-la-batalla-por-reinterpretar-la-revuelta/
[3] Datos obtenidos a partir de la Encuesta de Población Activa del Tercer Trimestre de 2022, organizada por el Instituto Nacional de Estadística. Disponible en: https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/asuntos-economicos/Documents/2022/271022-EPA22T3.pdf

Nicolás Andrés Ricardo Franco
Politólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia, con estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México – UNAM. Activista político y social en el municipio de Soacha, Cundinamarca desde 2011. Ha trabajado como asesor político del Partido Colombia Humana en temas de estrategia política y agenda legislativa.
Actualmente es estudiante del Máster en Análisis Político de la Universidad Complutense de Madrid.
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