El mundial en Qatar: la pelota sí se mancha.

Por: Juan Villalobos Forero
@juancovillacdlm

A lo largo de los años, el futbol se ha consolidado como parte del lenguaje común entre sujetos y pueblos enteros. También, la pelota ha tenido un largo recorrido social y reivindicativo de las libertades y los derechos populares. Jugadores y jugadoras como Rino Della Negra, Lilian Thuram, Maradona, Sócrates, Cantona, Megan Rapinoe, Khalida Popal, el Búfalo Ovelar y Marino Hinestroza (entre muchos más), han denunciado fenómenos como el fascismo, la colonización, la violencia de género, el racismo y la opresión de pueblos que sufren el paso voraz del capitalismo. Además, el planeta ha sido testigo de sucesos como el llamado ‘partido fantasma’ en el año 1973 entre Chile y la URSS. Aquel día, la selección de Goryansky se negó a jugar en el estadio Nacional de Santiago, lugar en el que la dictadura de Pinochet había secuestrado, torturado y asesinado a miles de opositores y opositoras del régimen militar.

Sin embargo, el destino del balompié se iba demarcando por las condiciones materiales que el poder económico global acentuaba con el pasar de los años. La FIFA se apropió de la pelota y la puso a rodar bajo los intereses del mercado y la hegemonía capitalista que desfiguraba el sentido más puro del deporte. Vimos jugar la copa mundo en Argentina en plena dictadura y vimos, también, como los futbolistas se transformaban en símbolos de consumo y productos serviles de corporaciones hambrientas de dinero. De hecho, no hace mucho, fuimos testigos de un partido entre Junior de Barranquilla y River Plate de Buenos Aires, por Copa Libertadores, que se dio bajo el espeso humo de los gases lacrimógenos que el ESMAD arrojaba a manifestantes colombianos, durante el llamado ‘Paro Nacional’.

Hoy la pasión nos da la señal para encontrarnos en torno a las pantallas que trasmitirán una nueva copa mundo, que, además, tiene un tinte especial por ser la última que jugarán leyendas como Leo Messi o Cristino Ronaldo. Pero entonces, demos un breve recorrido contextual sobre el país que alojará la cita más importante del futbol en el planeta. Cuando hablamos de Qatar, no podemos perder de vista que: la organización sindical es un delito, el homosexualismo está prohibido, la violencia de género no está contemplada en el código penal y las mujeres, básicamente, se encuentran obligadas a seguir el mandato masculino. Además, de los 2.9 millones de habitantes que tiene este país, el 80% son migrantes que viven bajo un sistema de castas que les condena a estar por debajo de una brecha inmensa entre acaudalados y personas del común.

El monto que representa la organización de este torneo, equivale a un valor similar al PIB de todo el país, $229.000 millones de dólares. Este será el evento deportivo más caro de la historia de la humanidad y sus recursos se sostienen mayoritariamente de la producción de gas. En lo que respecta a la construcción de los estadios o ‘templos modernos’ como llama el investigador Luis Martínez, se ha podido conocer, tras una investigación realizada por el diario inglés ‘The Guardian’, que al menos 6500 trabajadores migrantes han muerto desde que se le concedió la sede de la copa mundo a Qatar. También han llegado numerosas denuncias sobre las restricciones que pone el país anfitrión a sus visitantes. Por ejemplo, han invitado a la comunidad LGBTI a abstenerse de portar simbología alusiva a esta colectividad ‘por su propia seguridad’. Además, la FIFA ha prohibido tajantemente el uso de mensajes relacionados con la protección de los Derechos Humanos.

Sin pudor alguno, vemos como este evento masivo que se apropia de nuestro deporte popular, es usado para lavarle la cara a un régimen violento y por demás, corrupto. Pero entonces, la discusión en torno al mundial de Qatar, nos lleva a otras reflexiones que van más allá del mismo, por ejemplo, valdría preguntarnos ¿Por qué, a pesar de que las condiciones laborales sean precarias, los trabajadores deciden arriesgar sus vidas en la construcción de estadios? O ¿Por qué estos trabajadores son, mayoritariamente, migrantes de países con altos índices de pobreza? También, vienen a la mente preguntas como ¿Por qué a pesar de las denuncias respecto a los Derechos Humanos, los patrocinadores del evento siguen en silencio sepulcral? O ¿Cómo podemos hacerle frente a esta infamia, nosotres, amantes del futbol?

Así pues, el mundial de Qatar trae una discusión amplia sobre la cancelación y la solidaridad que está enmarcada en la lucha por los derechos y las libertades de las personas. Tiene que ocurrir un evento masivo para que volvamos los ojos hacia pueblos que sufren opresiones estructurales y, sin embargo, día a día ignoramos cientos de realidades que no se posicionan en la agenda pública a pesar de su magnitud. Llamamos a no consumir estos espacios (lo cual me parece coherente), pero pasamos por alto que lastimosamente el problema va más allá. Es de tal magnitud el impacto que va a generar este torneo, que evitar verlo sería como dejar de consumir una Coca-Cola, coherente pero poco efectivo. También, nos queda cuestionarnos el papel de los jugadores (principales actores del certamen), le exigimos a los artistas que no participen en los eventos de inauguración, pero damos por hecho que nuestros ídolos de la pelota van a jugar cada partido sin ningún problema.

Finalmente, quiero aclarar que no he escrito estas líneas con la intención de persuadir a los lectores de ver, o no, los partidos. Más allá de eso, creo que es fundamental generar un ejercicio reflexivo que nos permita situar la raíz de problemas estructurales que vamos percibiendo debido a cuestiones que en este caso son netamente coyunturales. Sin embargo, si quien me leé está decidido o decidida a ver los encuentros, quisiera recordarle la existencia de páginas web piratas como: Roja Directa o Tarjeta Roja. También, a quienes se reúnan a ver los enfrentamientos, les invito a usar estos espacios de encuentro colectivo para dialogar sobre las realidades que ha desnudado esta nueva copa mundial.

No olvidemos a Raí hermano de Sócrates, quien aprovechó hábilmente el evento de entrega del balón de oro este mismo año, para hacerle un guiño al entonces candidato a la presidencia de Brasil, Lula da Silva. Tampoco dejemos de recordar en la mesa, junto a nuestras familias y amigos, el legado de tantos deportistas que por medio del activismo salieron del fuera de juego y sagazmente le marcaron un gol al verdadero enemigo.  Las cámaras están puestas, los medios también, por eso debemos tener la astucia para posicionar y exigir lo que es justo. Y es que habrán usurpado institucionalmente a la pelota, pero jamás nuestras luchas y pasiones. No perdamos de vista que el futbol también nos encuentra en comunidad y es allí donde debemos servir el plato de la crítica. Desde los barrios, hasta los estadios, bares y hogares donde presenciemos que: la pelota sí se mancha.

Juan Villalobos Forero

Juan Villalobos Forero es Politólogo de la Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Máster en Análisis Político de la UCM y estudiante de Doctorado en Ciencias Políticas de la misma universidad. Es el fundador y director de la plataforma artística/social Bogotá Exotérmica, con experiencia en coordinación y liderazgo en proyectos culturales. Ha sido activista político y miembro del movimiento social colombiano desde hace 9 años.

@juancovillacdlm

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