«Se están empezando a jubilar los trabajadores formados de la democracia y el contrato social entre jóvenes y mayores puede estallar»: Sergio Plaza Cerezo

El profesor y experto en política económica, Sergio Plaza Cerezo, es Licenciado con grado de Premio Extraordinario (1990) y Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales (1994) por la Universidad Complutense de Madrid. Desde entonces, destaca en su trayectoria su sostenida experiencia como docente en asignaturas de Economía Aplicada. Sus principales líneas de investigación son: economía urbana, economía del desarrollo, relaciones económicas internacionales y economía política.

El Dr. Plaza-Cerezo es autor de varios libros, capítulos y artículos científicos publicados en revistas como Política Exterior, Economía Exterior, Comercio Exterior o Información Comercial Española. Nuestro experto, se sitúa en una posición privilegiada para ayudarnos a entender mejor el contexto actual y su evolución a futuro.

– A grandes rasgos ¿Qué sistemas económicos hay actualmente en el mundo? ¿Diría que hay uno mejor que otro?

Se ha impuesto en el mundo un sistema de economía de mercado con diferentes particularidades en función del país. Así, la República Federal Alemana nació como una economía social de mercado y como tal se recoge en su constitución. Suecia, por su parte, se ha caracterizado por compatibilizar la competitividad exportadora del país con un Estado del Bienestar fuerte. 

Entendemos por economía de mercado aquellas sociedades en las que los agentes económicos se especializan en la producción de bienes y servicios, y satisfacen sus necesidades a través de intercambios voluntarios. Aquí los recursos escasos se asignan en función de la interacción entre particulares.

La antítesis de una economía de mercado sería una economía planificada: donde son las autoridades, frente al resto de agentes económicos, las que ejercen una influencia fundamental sobre la asignación de los recursos.

En Europa, el modelo de economía de mercado que se ha impuesto es compatible con el Estado del Bienestar, si bien su erosión ha sido la tendencia. Con todo, contrasta con otras variantes del sistema mucho más “pro-mercado”, como puede ser el sistema americano.

Un segundo gran modelo con prevalencia es el de las “autocracias con mercado”, donde el caso chino es paradigmático. El modelo se estructura sobre una élite dominante cuyo objetivo pasa por perpetuarse en el poder. Para ello ha entendido que era necesario introducir el mercado. Cuba, también se sitúa en este eje. Solo así se entienden las reformas hacia las que camina su gobierno.

Respecto a la dicotomía mejor-peor, citaría la obra de Amartya Sen —Premio Nobel de Economía, experto en pobreza y desigualdad y en la relación entre ética y economía— recordando el planteamiento que el autor indio realiza en su libro Desarrollo y Libertad. Donde responde a por qué es mejor una economía de mercado que una economía de planificación central —como era entonces la Unión Soviética (URSS)—, y lo hace diciendo “lo fácil sería considerar que la primera es mejor que la segunda porque es más eficiente”; mientras en la economía de mercado hay un sistema de precios que refleja el grado real de escasez de los recursos, en la economía planificada esto no existe y es más fácil introducir distorsiones.

Esto sería lo fácil, dice Amartya Sen, realmente el argumento central de su exposición es que una economía de mercado entiende y respeta el derecho del individuo a acceder al mismo para establecer un negocio u ofrecer su propia fuerza de trabajo. Entiende Amartya Sen que el acceso al mercado es una libertad fundamental del individuo, y para mí este es el argumento más importante que responde a tan compleja pregunta. Un argumento más filosófico que matemático, como ves.

Si se quiere complementar esta afirmación desde un punto de vista empírico, el razonamiento sería que, a pesar de que la globalización ha generado grupos de exclusión, desclasados, de ganadores y perdedores —esto lo vemos, desde la Francia de provincias que vota a Marine Le Pen, hasta los hijos y nietos de los trabajadores industriales del medio oeste estadounidense—, lo cierto es que los países pro-globalización han obtenido mejores resultados económicos que los países antiglobalización. Venezuela, por ejemplo, como país antiglobalización, le ha ido muy regular. El Producto Interior Bruto (PIB) del país ha llegado a caer un 40% en apenas unos años.

– ¿Hay tanto dinero en el mundo como movemos en cifras?

Es cierto que en los últimos años ha habido mucho dinero porque ante la crisis de 2008, donde estábamos en una situación diametralmente opuesta a la actual —ahora tenemos inflación y en 2008 había un cierto riesgo de deflación o inflación negativa—, los bancos centrales —que son los emisores de dinero—, tanto la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo como el Banco Central de Japón, aplicaron una política monetaria muy expansiva; es decir, crearon mucho dinero que ponen en circulación.

Se trata de la estrategia de “relajamiento cuantitativo” que se produce cuando el Banco Central compra masivamente bonos de deuda publica y los paga con dinero circulante; es decir, con dinero que pasa a estar en circulación. Esto se hizo primero en Estados Unidos, en Japón, y muy tardíamente en Europa. Un error que respondió a las presiones alemanas que no querían ceder ante esto.

Si atendemos a cuánto representa el dinero en circulación —la oferta monetaria—, con relación al PIB de cada país, veremos que en los países desarrollados esta ratio se ha multiplicado. Entonces, sí, efectivamente hay mucho dinero en circulación.

– ¿Sigue siendo el dólar una divisa fuerte?

El dólar, desde que acaba la segunda guerra mundial, ha tenido el privilegio de ser la divisa líder en el plano internacional. De ejercer prácticamente un monopolio. Esto permitía a los Estados Unidos realizar acciones con el dólar, con su moneda, que otros países no tenían la potestad de hacer.

Cuando hay una crisis, el dólar es el activo refugio por excelencia. Por ejemplo, cuando estalló la crisis de 2008, cuyo epicentro estaba en los Estados Unidos, los primeros movimientos del mercado fueron la compra de Bonos de la deuda pública del Tesoro de Estados Unidos. Esto provocó, ipso facto, una subida del dólar.

Desde un punto de vista medio-largo plazo, todo apuntaría a un sistema monetario internacional de carácter tripolar, con tres grandes divisas: dólar, euro y yuan o renminbi. Siendo la china todavía una divisa poco importante en el panorama internacional, financieramente hablando.

En torno al euro, cabe reconocer que antes de la crisis de 2008 se había levantado una cierta euforia. Sin embargo, avanzada la difícil coyuntura, se vio que estar dentro de la zona euro tenía algunas desventajas significativas. Grecia, por ejemplo, no pudo devaluar unilateralmente su moneda para incentivar la exportación y atraer más turismo. Al igual que para Reino Unido fue un alivio no estar en el euro porque mantenía su soberanía monetaria y esto le permitió al Banco de Inglaterra comparar bonos de deuda pública —el Banco Central Europeo empezó a comprarla mucho más tarde—. 

En cuanto al yuan, su utilización internacional es todavía limitada, pero al igual que las reformas económicas realizadas en su día, de acceso al mercado y transición hacia la economía de mercado, China va implementando gradualmente reformas financieras y monetarias que posicionan mejor su divisa. Por ejemplo, intenta realizar las transacciones internacionales de bienes y servicios propios en su moneda; y ha iniciado un mercado incipiente de activos financieros denominados “yuanes convertibles” o Yuan Offshore, que pueden adquirir los no residentes en China.

Se le conoce como el “mercado dim sum” en alusión a las tapas chinas. Un mercado gourmet de pequeño tamaño. Es un paso hacia la consolidación del yuan, no solo como vehículo de transacción comercial sino también financiera. El euro o el dólar son completamente convertibles, se pueden comprar y vender libremente, pero el yuan chino no. Intentan darle prestancia a la divisa abriendo también, de forma gradual, este mercado.

De todo ello se deduce que, por el momento, sí: el dólar sigue siendo la divisa por excelencia en el panorama internacional y esto será así todavía por algunos años.

– ¿Tiene límite el precio del dinero?

Lo que entendemos por “precio del dinero” es el llamado “tipo de interés” y esta es una herramienta de la política económica. De tal forma que, si una economía está en recesión y hay desempleo, una medida económica clásica consiste en bajar el tipo de interés para abaratar el endeudamiento, tanto de empresas como de particulares, salvando la coyuntura con una economía más fluida. Y al revés. Situación en la que nos encontramos actualmente. Si hay inflación hay que reducir el ritmo de las actividades económicas que se consigue subiendo los tipos de interés, cortando el acceso al crédito hasta disminuir la demanda.

Si llega una crisis y los tipos de interés están altos, al bajarlos se obtiene una capacidad muy grande de mejora sobre la actividad económica; pero cuando llegó la crisis de 2008 el precio del dinero ya estaba muy bajo, con lo que no había margen para bajarlo mucho más. Estados Unidos, de hecho, los bajó a cero desde el primer momento.

Ahora estamos en la fase de sucesivas subidas de los tipos de interés, primero en Estados Unidos y después en Europa. Siempre suele ser así. Enlazando con la pregunta anterior, el dólar ahora mismo está muy alto porque la subida de tipos de interés realizada por la Reserva Federal de Estados Unidos ha sido previa y más alta que en Europa, y el valor de una moneda está muy vinculado al tipo de interés.

Si el tipo de interés de Estados Unidos sube, para el inversor internacional esto se traduce en una mayor rentabilidad del Bono estadounidense frente al europeo. Así, se venden euros para adquirir dólares con los que comprar bonos americanos. Por eso las subidas de tipos de interés siempre se traducen en una moneda más fuerte.

Ahora mismo hay preocupación porque, como vemos en nuestro día a día, nada aumenta tanto la pobreza de la gente como la inflación. Un caso extremo fue Venezuela, donde se llegó a una tasa de hiperinflación —cuando la tasa es superior a tres dígitos— y en el país se disparó la pobreza relativa, situándose por encima del 80%.

Hablando de nuevo del dólar. Cuando una moneda está atacada por la hiperinflación, la divisa se hunde y deja de ser utilizada. Ahora parece que Venezuela ha tocado fondo y la inflación es menor porque solo se utiliza el dólar —en este nuevo escenario los perdedores son aquellos que no tiene acceso al dólar—.

– Hay voces que apuntan al “decrecimiento” como única alternativa de futuro, afeando al sistema actual que persiga un crecimiento ilimitado en un planeta de recursos limitados. ¿Usted qué opina?

Este es un tema que viene de lejos. Hay un libro que se editó en 1972 con gran revuelo mediático, titulado Los límites del crecimiento: informe al Club de Roma sobre el predicamento de la Humanidad de Meadows, Meadows, Randers y Behrens.

Posteriormente salió una segunda parte, Más allá de los límites del crecimiento, en la cual, con base en los datos recolectados previamente, la humanidad ya había superado la capacidad de carga del planeta para sostener a su población. Desde entonces ésta no ha dejado de crecer.

También tuvo mucho eco el libro de Al Gore, Earth in the Balance: Ecology and Human Spirit, publicado en 1992. Al año siguiente, Albert Arnold Gore Jr. fue nombrado vicepresidente de los Estados Unidos (1993-2001) bajo la presidencia de Bill Clinton.

Malthus, economista británico del siglo XVIII, evidenciaba que un crecimiento ilimitado de la población podía dar lugar a problemas en el suministro de alimentos. Sin embargo, la humanidad ha tenido capacidad para, a partir del progreso tecnológico, evolucionar hacia un crecimiento económico de más calidad.

Por ejemplo, una de las consecuencias de la crisis energética de los años 70, fue una economía más ahorradora de energía —por lo menos en los países desarrollados—. Los grandes coches de los años 50 y 60, cuyos consumos de gasolina eran notables, dieron paso a coche más pequeños, japoneses, que requerían un menor consumo de combustible. La última evolución ha sido el coche híbrido y eléctrico.

Schumpeter, destacado economista austriaco y profesor en Harvard, acuñó el concepto “destrucción creativa” con el que denominaba a la implosión del sistema económico desde dentro, en un proceso de “destrucción creativa”: romper para crear algo mejor, más útil. Así pues, las crisis operan como un resorte que desencadena un cambio escritural necesario. Por eso considero que hablar de “decrecimiento” es una posición muy radical.

Si bien, el cambio climático es un problema y efectivamente la vieja preocupación de Malthus es hoy una realidad muy plausible. El déficit creciente de recursos hídricos resulta preocupante, al punto de desencantar refugiados climáticos que huyen de zonas en las que no siempre cuentan con recursos que les permitan adaptarse a un entorno cada vez más hostil.

Volviendo sobre la “destrucción creativa” de Schumpeter, he de decir que no entiendo que se estén subvencionando ahora los combustibles. Sí a los transportistas porque eso ayuda a evitar que crezca la inflación, pero no de forma generalizada. Por un lado, se frena la posible “destrucción creativa” que esta coyuntura pudiera generar; y por otro, rompe con la tendencia hacia la promoción de energías renovables y la moderación en el consumo privado de combustibles fósiles que se venía anunciando. La mejor opción es subvencionar el transporte público para reducir el consumo de carburantes, como ya ha hecho Alemania este verano.

– ¿Ante un invierno de recortes y escasez, peligra el Estado del Bienestar en España? Por ejemplo, las pensiones: ¿estafa piramidal o sistema robusto?

El Estado del Bienestar en España peligra porque ha habido una presión muy fuerte en el contexto de la globalización: por un lado, con la incorporación de países que compiten, sin Estado del Bienestar, en la economía mundial; y por otro, con un problema netamente europeo, como es la demografía.

Países como España o Italia, que en Europa son los que soportan la población con mayor edad —en el mundo el país más envejecido es Japón, pero tiene un Estado del Bienestar más atenuado— tienen un problema.

En España el sistema de pensiones se basa en la equidad intergeneracional, que quiere decir que los que trabajan pagan las pensiones a los jubilados. Actualmente la relación entre el número de jubilados y las personas en activo empieza a ser deficitaria. Un desequilibro que no cesa de empeorar.

Se da ya la paradoja de que los jóvenes mileuristas que trabajan lo hacen en trabajos precarios que, en cierto modo, vienen a subvencionar sueldos más altos que los suyos propios. Ahora se están empezando a jubilar los trabajadores formados de la democracia y el contrato social entre jóvenes y mayores puede estallar.

A mi modo de ver, habrá que aplicar un impuesto para pagar las pensiones y, además, se empieza a asumir que las clases medias deberán complementar la pensión que reciban del Estado con un plan de pensiones privado. ¿Pero qué ocurre? Que estos también reportan un riesgo. Sobre todo, en el contexto actual donde se multiplican las crisis. Decían de la crisis de 2008 que era sucesora del Crack del 29 (1929) y, sin embargo, apenas unos años después nos encontramos a las puertas de una nueva recesión.

Los planes privados de pensiones, incluso los más conservadores, perdieron dinero en su día con la crisis de 2008. Chile, por ejemplo, que privatizó el sistema de pensiones en 1981, está ahora volviendo a retomar la vía del sistema público ante el desastre de estos cuarenta años.

– ¿Y ahorrar? ¿Es una garantía el dinero del banco? Estoy pensando en el corralito argentino de 2001

Una medida así solo tiene cabida en países emergentes: Latinoamérica, Brasil, India, Sudáfrica… Llamamos países emergentes a países en vías de desarrollo, de ingreso medio y con potencial de crecimiento, que participan activamente en la globalización. Suelen tener peso demográfico importante, pero dificultades para extraer y repartir equitativamente su riqueza.

En las últimas semanas ha habido un corralito en el Líbano. Muchos países emergentes, con el problema energético y el precio de las materias primas y alimentos disparado, lo están pasando muy mal. En los países desarrollados existe un sistema de garantía de depósitos que asegura la protección de gran parte de éstos, incluso en caso de quiebra.

Actualmente los sistemas de garantía de depósitos en Europa se organizan a nivel nacional. Aunque se han acordado normas mínimas a escala de la Unión Europea que prevén una cobertura de 100.000 euros por depositante.

– ¿Cuánto puede endeudarse un país hasta declararse en quiebra técnica?

Autores como Rogoff y Reinhart han estudiado esta misma cuestión. Ellos tienen un libro dedicado al síndrome Esta vez es distinto: ocho siglos de necedad financiera, en el que realizan un análisis estadístico de todas las crisis financieras que ha habido y establecen dos modalidades de crisis. La crisis bancaria, que pueden ocurrir en cualquier país; y la crisis de deuda soberana.

“Esta vez es diferente” alude al momento en el cual un país está al borde de una crisis financiera pero no se reconoce en esa situación, creyendo que eso es algo propio de otro momento histórico o que le sucede a otros.

Rogoff y Reinhart encuentran que las crisis de deuda soberana se producen cuando hay una posibilidad de impago, o default, sobre las obligaciones legales o condiciones del préstamo. Pero esta percepción no es igual en todos los países. De tal forma que, un país desarrollado se cree más difícil caer; mientras que un país en vías de desarrollo, ante cualquier inestabilidad sobrevenida, tiene más riesgo de declararse en suspensión de pagos y, por tanto, de no pagar su deuda. 

España se ha endeudado por encima del 100% de su PIB y no ha dado síntomas al mercado de declararse en suspensión de pagos. Son crisis de liquidez; no de solvencia. Argentina, por su parte, con un 52% de deuda, en 2001 declaró la suspensión de pagos. Y no era su primera vez.

Los mercados tienen muy en cuenta la historia del país a la hora de adjudicar un nivel de riesgo-país u otro. Los Estados están lastrados por su historial financiero. Los países emergentes, habitualmente, tienen un “mal historial” que pesa a la hora de prestarles dinero. Lo que hicieron tus abuelos perjudica tu imagen.

Suiza es un bunker. El tipo de interés que paga el bono suizo es inferior al alemán, por varias razones: su solvencia macroeconómica; su trayectoria como país acreedor; y, por un concepto tan importante en economía como son las “expectativas”, creencias subjetivas sobre el valor futuro de las variables económicas.

De nuevo, el ejemplo de Argentina. Argentina prefiere emitir su deuda pública en dólares porque va a tener que pagar un tipo de interés más bajo que si la emite en pesos: como el peso puede depreciarse, el tipo de interés aplicado tiene que ser mayor para salvar este riesgo. Ocurre, sin embargo, que cuando Argentina emite su deuda sólo en dólares, para ella es un riesgo porque, teniendo en cuenta que el gobierno argentino tiene la misma capacidad de recaudación, si el peso cae frente a un dólar fuerte, el gobierno argentino tiene muchos más problemas para hacer frente a los pagos comprometidos por esa deuda.

– La inflación ya es un mal que nos preocupa. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

La primera causa es una inflación de costes derivada de la crisis pandémica de 2020 en la que se produce una disrupción en las cadenas de suministro global que aumenta el coste de los componentes. Esto es claro con los denominados semiconductores.

Además, se habría paralizado o ralentizado la extracción de petróleo, provocando un aumento en el precio del barril. A lo que se suma la política China, primer proveedor de Europa, de COVID cero y su frenazo en la producción de bienes y servicios.

Adicionalmente, estamos inmersos en una crisis energética que tiene tres causas: la propia disrupción global provocada por la COVID-19; la tensión en la distribución del gas ruso, con la contienda ruso-ucraniana; y, una estructura oligopólica del mercado energético que contribuye a explicar la factura energética, tan elevada de España.

Desde una perspectiva histórica, las subidas salariales suelen tirar de la inflación. Sin embargo, las cosas han cambiado y las reducidas tasas de sindicación en España han mermado el poder de negociación de los sindicatos. La reforma laboral de Mariano Rajoy redujo el poder de estas organizaciones, al estrechar su margen de acción en la negociación colectiva.

La inflación de demanda también explica una parte de la historia. Tras la crisis de la COVID, la gente quiere viajar, ir a restaurantes… En los últimos meses las acciones del Grupo IAG, donde queda integrada la aerolínea Iberia, han subido un 45%.

Por eso decimos que, fundamentalmente, se trata de una inflación de costes. Pero también hay una parte de inflación de demanda que tira por el empleo y evita la estanflación, que sí se dio en los años 70.

– ¿Y cómo salimos de este ciclo?

La herramienta clásica sería subir los tipos de interés —el precio del dinero— frenando el crédito; y a continuación promover una liberalización de los mercados en los que hay posiciones oligopólicas, impulsando reformas estructurales de medio-largo plazo.

– Impuestos: bajarlos, subirlos ¿mantenerlos?

Ante una crisis de insuficiencia de la demanda agregada, como la de 2008, hay que aplicar políticas expansivas. En dicha tesitura, el aumento del gasto público es más eficiente que las bajadas de impuestos, porque poner el dinero en manos de la gente no garantiza mayor gasto cuando hay incertidumbre.

La inflación es el problema en la crisis actual. Las subidas de impuestos serían recomendables; sabiendo dosificar. De otra forma, se podría agudizar la recesión y conducir a una situación de estanflación.

La primera ministra británica, Liz Truss, ha hecho el ridículo con un plan de bajada radical de los impuestos que beneficiada, fundamentalmente, a los más pudientes. Los mercados han castigado al bono británico como nunca antes, y la razón han sido las expectativas: se ha creído que lo anunciado conduciría a un fuerte déficit y al aumento del endeudamiento público. Además, las medidas fiscales propuestas habrían sido inflacionarias. Por todo ello Truss ha durado apenas 45 días en el cargo.

– Al frente de la economía de un Estado ¿Mejor un político o un tecnócrata?

Hay tecnócratas que pueden hacer un trabajo extraordinario. Buen ejemplo de ello es el expresidente del gobierno italiano, Mario Draghi, que fruto de un gobierno de concentración nacional, se elige como cara visible para aportar credibilidad a los mercados, tranquilidad a la población y estrechar la relación con Europa.

Lo ideal es un perfil político con capacitación técnica. Convertir a un tecnócrata en salva patrias es tanto como reconocer que la soberanía ya no reside en el pueblo, sino que se ha trasferido al mercado financiero.

Hay que tratar de buscar un equilibro; y esto es algo que han entendido muy bien los gobiernos socialdemócratas. En gobiernos de izquierdas el más conservador es el ministro de Economía.

– ¿Qué medida económica destacaría de los diferentes presidentes del gobierno en democracia?

De Adolfo Suárez González los pactos de la Moncloa: lo que se llama una “política de rentas”, que consistió en buscar un acuerdo para promover que los sindicatos aceptaran la moderación salarial en un contexto de fuerte inflación. Aquí hay que recordar que los últimos gobiernos del franquismo no llevaron a cabo el ajuste de la crisis del petróleo de 1973, por impopular, y esto es algo que heredó la naciente democracia.

De Leopoldo Calvo Sotelo la reforma fiscal, que sentaba las bases de un estado moderno y permitía la financiación del Estado del Bienestar. También la entrada de España en la OTAN pues no siendo una medida propiamente económica, sí supuso un importante acercamiento a los mercados y fue el primer paso de la entrada de España en la Comunidad Económica Europea.

Con Felipe González se consolida la creación del Estado del Bienestar. Se universaliza el acceso a la sanidad, la entrada de los jóvenes a la Universidad, etcétera.

José María Aznar metió la pata al fomentar la liberalización del mercado del suelo. Esto condujo a la burbuja inmobiliaria, de tan infausto recuerdo. 

De José Luis Rodríguez Zapatero destacaría su gestión ante la crisis de 2008, que inicialmente abordó desde una perspectiva keynesiana, de medidas expansionistas: bajada de impuesto y gasto público. Y finalmente, ante la presión de Alemania y los mercados internacionales, cambia rápido a medidas de ajuste y contención del gasto. 

Si bien la inicial no era una política desacertada, ésta debía haberse efectuado a nivel europeo. Por eso también decidió no presentarse a las elecciones y adelantar la convocatoria electoral.

De Mariano Rajoy Brey diría la reforma laboral, que se ha criticado mucho porque suponía facilitar el despido, pero también modificaba la cláusula de negociación colectiva, menguando notablemente la capacidad de negociación de unos sindicatos, ya muy debilitados con el paso de una economía industrial a una economía de servicios. Y también citaría la reforma de las pensiones por la cual, en el mejor de los casos, se actualizaban un 0,25% anual. En el contexto actual, esto habría producido un empobrecimiento enorme de gran parte de los jubilados.

Por último, Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Del actual Ejecutivo destacaría positivamente la reforma laboral de 2022, que corrige algunos excesos de la efectuada por el gobierno del PP. Aporta estabilidad en el empleo y, al mismo tiempo, contenta a la patronal no aumentando los días por despido, rebajados a 33 en la reforma laboral del Partido Popular.

También he podido leer, con agrado, que la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, quiere aprobar el Estatuto del Becario, por el cual los trabajadores en este régimen cobren prestación por desempleo y puedan acogerse a los derechos propios del trabajador ordinario. Esta es una medida que sin duda aplaudo y espero que pueda salir adelante.

Como nota negativa, quiero decir que no me ha gustado nada la reciente enemistad creada con Argelia, proveedor estratégico de gas. Máxime en este momento: por una parte, hay un oligopolio energético en España; y, en segundo lugar, la guerra de Rusia contra Ucrania tensiona el mercado internacional. Los movimientos del gobierno de España posicionan a Italia como nudo de entrada del gas argelino a Europa, cuando tradicionalmente era España el país que más gas argelino importaba.

La política exterior puede estar basada en dos cuestiones: a) en criterios éticos, por los cuales España se ha equivocado dejando de defender los postulados de Naciones Unidas en relación al prometido referéndum de autodeterminación del Sahara; y b) en criterios geopolíticos de interés para el país que, como vemos, tampoco se cumplen en este caso. Argelia ha impuesto a España trabas en las transacciones que de facto bloquen las relaciones económicas entre ambos países. Albares ha sido el peor ministro de Asuntos Exteriores de la democracia. Con mucha diferencia.

– España en Europa y Europa en el mundo. ¿Cuál es el peso económico de la Unión Europea en el actual orden económico mundial?

En un mundo cada vez más grande, Europa se torna cada vez más pequeña. Samuel P. Huntington, en su libro El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, planteaba que en el mundo hay una fachada occidental —de marcas y franquicias— que no se corresponde con una realidad demográfica y económica, que mengua.

Europa tiene competidores muy fuertes con los que mantiene una rivalidad creciente. Las expectativas de China, por consolidarse como gran potencia, en el corto plazo, han quedado plenamente confirmadas en los últimos tiempos. Y esto inquieta a Occidente, defensor de unos valores no compartidos con el gigante asiático.

A Europa le lastra el tener un mercado único sin una unión política fuerte —una integración semejante a la de los Estados Unidos—. Y desde luego, lo más preocupante ahora es el ascenso de la extrema derecha nacionalista (Hungría, Polonia e Italia) que atentan contra el proyecto europeo.

– ¿Estamos ante un cambio de ciclo: ante la configuración de un nuevo orden económico mundial?

Un nuevo orden internacional de carácter multipolar se consolida con el poder creciente de China e India. Al igual que se dice de la primera que es la fábrica del mundo, India es la oficina del mundo.

India empezó a crecer más tarde que China, porque tenía una economía muy regulada, pero también a inicios de los noventa realizó reformas de liberalización de los mercados y el cambio hoy, es notorio. Además, es un país con una diáspora muy potente que ha actuado como enlace con el Silicon Valley de California. El homólogo indio se sitúa en la sureña Bangalore, impulsando un desarrollo vertiginoso de la ciudad.

China y su nueva clase media han sido grande ganadores de la globalización; pero la desglobalización vinculada a la política de COVID cero, practicada por Beijín, está teniendo un coste muy elevado para su economía. Es cierto que China no se orienta ya tanto al mercado externo, fijándose también en cubrir la demanda interna, pero sobrevuela al país asiático una crisis inmobiliaria en potencia, que podría estallar como consecuencia del aislamiento aplicado para evitar contagios por COVID. La tasa de crecimiento de China rondará este año el 2%, lo que supone un desarrollo muy bajo para lo que es esta economía de escala.

A todo ello hay que añadir el creciente recelo por parte de Occidente hacia el gigante asiático. La “Estrategias China+1” confirma que no es bueno tener todos huevos en la misma cesta. En este nuevo contexto, cotizan al alza las acciones de Vietnam como destino para la deslocalización industrial. Así, Apple está apostando por el país del Sudeste asiático.

Rusia es una potencia nuclear con pies de barro. Su economía, muy vulnerable, es más propia de un país en vías de desarrollo, dada su dependencia de la exportación de recursos energéticos. En este contexto, las sanciones económicas impuestas por Occidente tendrán un coste elevado para el oso ruso, que puede mirar a Asia, pero en exportación de carburantes no tiene la infraestructura para dar salida al producto, comparable a la que sí tiene con Europa Occidental. De hecho, en estos momentos Rusia está vendiendo petróleo barato a India y a China a medida que se constriñe el mercado europeo.

– A juzgar por los movimientos en la política económica internacional ¿Están los principales actores tomando posiciones ante una eventual contienda mundial?

Hemos vuelto a la Guerra Fría y Rusia es el actor que más puede perder ante Occidente. China no es un aliado pleno de Rusia. China es el país que más ha ganado con la globalización y no le interesa enemistarse con Occidente, al punto de exponerse a las sanciones. Rusia preocupa porque tiene armas nucleares, no por su capacidad económica. El PIB de Rusia es similar al de Italia: es un pigmeo económico frente a la Unión Europea.

Las cosas hay que relativizarlas y, por ejemplo, cuando China iniciaba su ascenso, tenía un PIB similar al de España. Consigue posicionarse tan rápido, desde que inicia sus grandes reformas de transición hacia el mercado, aprovechando una ventaja comparativa en bajos salarios. Abrieron, poco a poco. Primero las zonas de costa, las zonas aledañas a Hong Kong, para especializarse en el ensamblaje de componentes electrónicos. Pero, además, empezaron a invertir en I+D+i hasta que su ventaja competitiva fue aumentando en nuevas áreas.

– ¿A partir de ahora en qué actor debemos poner atención para tomar el pulso de la economía mundial?

Mi visión de la economía mundial estaba antaño más basada en países y bloques, como unidad de medida. Ahora prefiero razonar este agregado como una red formada por las grandes ciudades globales del Planeta. Gran Bretaña puede estar en declive; y Londres seguir siendo uno de los dos principales centros financieros de la economía global.

– ¿Dónde podemos leerle para conocer su opinión sobre este y otros temas?

Mis tribunas suelen editarse en cuatro periódicos, de ámbito nacional, regional y local. Así pues, pueden leerme en: Página Siete, uno de los principales diarios de Bolivia; Público.bo (Santa Cruz de la Sierra); El Correo (Bilbao) y otras cabeceras del Grupo Vocento; y en El Adelantado de Segovia.

En el suplemento Ideas, dominical, tengo el privilegio de poder publicar artículos que no son de actualidad inmediata, dando pie a un intento por hacer reflexiones de mayor alcance.

Y, finalmente, estoy particularmente contento y animo desde aquí a su lectura, de los artículos “El declive de los centros urbanos de las grandes ciudades latinoamericanas” publicado en la revista Distribución y Consumo (2019) y “Londres y Nueva York como centros financieros internacionales” publicado en la revista Quehacer Científico en Chiapas (2018).

Sergio Plaza Cerezo es Licenciado con grado de Premio Extraordinario (1990) y Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales (1994) por la Universidad Complutense de Madrid. Desde 2004, ejerce como Profesor Contratado Doctor en el Departamento de Economía Aplicada III, integrado recientemente en el nuevo Departamento de Economía Aplicada, Pública y Política de la Universidad Complutense de Madrid. Previamente, ha sido profesor asociado en la misma universidad (1995-2004), así como en la Universidad San Pablo-CEU (1995-1998). El profesor Plaza también ha disfrutado de estancias como profesor visitante en la Universidad del Norte (Asunción, Paraguay, 2002), así como en la Universidad de Costa Rica (2004).

El profesor Plaza tiene una amplia experiencia docente en programas de postgrado. Desde 2008, imparte una asignatura sobre “Globalización y Desarrollo” en el Máster de Comunicación Social (UCM). También ha sido profesor del programa de Doctorado en Estudios Asiáticos (Instituto Complutense de Estudios Asiáticos, 1995-1997). Como conferenciante y profesor invitado también ha participado en numerosos programas de postgrado: Máster de Seguridad y Defensa (CESEDEN-UCM); Curso Superior de Estudios territoriales y Urbanísticos (Instituto Nacional de Administración Pública); Máster de Comercio Internacional (UCM), Máster de Urbanismo (URJC); etc.

Es autor de un libro titulado Los bloques comerciales en la economía mundial. Coordinador, junto con Pablo Bustelo, de la obra Desarrollo económico e integración comercial en Asia Oriental. Sergio Plaza también es autor de varios capítulos editados en libros de autoría colectiva, así como de numerosos artículos publicados en revistas como Política ExteriorEconomía ExteriorComercio Exterior Información Comercial Española. En el campo del análisis político, el profesor Plaza es autor de varios artículos sobre la sociología electoral del voto hispano en los Estados Unidos, que han sido publicados en la revista Política Exterior.

El profesor Plaza colabora de forma habitual en varios medios de prensa escrita, tanto latinoamericanos como españoles.

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