Por: Pablo Moreno Esbrí
@pablome_99
Abstract
El capitalismo como sistema debe conquistar nuevas fronteras para permitir su mantenimiento y su crecimiento. Entre estas fronteras, se encuentra la colonización de los elementos que conforman la identidad nacional. En este artículo se buscará definir conceptos claves del nacionalismo y la noción del kitsch como modo de producción y consumo, para analizar cómo la cultura española se convierte en un bien de consumo barato en el contexto del turismo masivo.
Palabras clave
Nacionalismo, identidad cultural, kitsch, industria cultural, España, turismo masivo.
Introducción
El capitalismo es un sistema en esencia depredador que, ante falta de posibles barreras, busca conquistar nuevas fronteras de la vida humana, sometiéndolas a los procesos del mercado, a la fría lógica del capital, y despojando de las mismas las complejidades que marcan cualquier actividad humana para hacerla así asimilable al comercio. El ejemplo que en este artículo se buscará analizar será la relación entre los elementos que conforman la identidad nacional y la producción en masa de bienes consumibles en la forma de lo que algunos autores han llamado kitsch.
El nacionalismo y lo kitsch
En este primer epígrafe pasaremos a analizar los dos términos que en el presente artículo se encuentran yuxtapuestos: el nacionalismo y lo nacional, y lo kitsch.
En el caso de lo nacional, del nacionalismo y de sus proyectos y procesos, utilizaremos en este artículo la obra “Naciones y nacionalismo desde 1780”, del historiador Eric Hobsbawm, al considerar esta como un estudio seminal en el campo de la historiografía sobre la nación.
Lo primero que debemos apuntar es que el propio autor es consciente de lo vasto del término. La utilización política de la idea de nación entorpece y enturbia posibles estudios históricos serios, ya que en el germen de una idea nacional debe estar un entendimiento incorrecto sobre la historia. El autor cita al historiador Ernest Renan: “Interpretar mal la historia forma parte de ser una nación”, y también pone de manifiesto la necesidad de una maquinaria de ingeniería social a la hora de construirse los elementos que han definido tradicionalmente una nación.
Así, para el autor, una nación es una entidad social que engloba a un cierto número de personas y que surge en unas coordenadas espaciales y temporales muy concretas, las de los siglos XIX y XX, acompañando a la formación de los estados-nación. Las posibles características aglutinadoras de las naciones son, como apunta el autor, variadas, cambiantes y, en todos los casos, artificiosas, y de hecho, señala que “Las naciones no construyen estados y nacionalismos, sino que ocurre al revés”. Es decir, que la nación no es una entidad política primaria, invariable y apriorística sino que surge de un proceso aglutinante (Hobsbawm & Ferrer, 2022).
Por su parte, el nacionalismo como praxis política es el principio que afirma que la unidad política y nacional debe ser congruente (es decir, que las personas nacionales deben poseer una estructura estatal propia) y que la obligación de los ciudadanos nacionales para su nación debe imponerse al resto de obligaciones públicas (Hobsbawm & Ferrer, 2022).
Lo kitsch es, por otra parte, un concepto estético que surge a mediados del siglo XIX y que ocupa la integridad del XX. Aunque ha sido comúnmente denominado como un arte de mala calidad o como un producto cursi y hortera, las connotaciones del kitsch van mucho más allá. Lo kitsch es, esencialmente, la producción en masa de objetos de consumo que representan un lugar común en el ideario popular, como el gato dorado que mueve la mano, tan típico de tiendas de propiedad china. Para que una obra sea esencialmente kitsch debe cumplir tres condiciones: que represente un sujeto considerado comúnmente bonito o con una carga emocional, que dicho sujeto sea fácilmente identificable, y que el kitsch no enriquezca las asociaciones que tengamos con dicho sujeto (Kulka, 1988).
La intencionalidad subyacente del kitsch no es simplemente crear arte de dudosa calidad estilística, sino que es una manera de normalización. Hay que entender que el contexto histórico-social del kitsch es uno donde se ha establecido como práctica común la reproductibilidad de la obra de arte y la generación en masa de productos culturales y artísticos. En este sentido es donde, a través de la producción en masa de representaciones de lugares comunes bonitos o cargados emocionalmente, como un cuadro de un niño pequeño llorando de una manera mona, se aliena al público-consumidor mediante un arte no reivindicativo y conformista, y se establece una pauta social de consumo y de ser, que erradica las posibles disonancias con los valores reproducidos por la cultura de masas, como un individualismo o un personalismo marcado, fuera de la pauta que el mercado cataloga como correcta a través de la industria cultural (Kundera & Valenzuela, 2008). En este sentido, el kitsch actúa instrumentalmente como punta de lanza del “mass culture”, con sus connotaciones autoritarias que ya señalaran Adorno y Horkheimer (Horkheimer et al., 2016).
La identidad cultural española en el turismo
Una vez presentados los dos conceptos que se encuentran en liza en el fenómeno que el presente artículo pretende estudiar, podemos pasar a analizar los puntos de confluencia de ambos en el caso paradigmático del turismo.
Lo cierto es que partiendo de las definiciones de ambos términos, podemos ver sencillamente cuales van a ser las yuxtaposiciones de los mismos: si eran los nacionalismos los que crean las naciones y no al contrario, estos necesitan diversos factores aglutinantes, factores normalizadores, que permitan unir a una serie de individuos con preocupaciones e intereses diferentes en una comunidad. Estos elementos se reconocen con facilidad ya que en general son los que, supuestamente, caracterizan las naciones, y son ritos y símbolos compartidos hasta cierto punto por toda la amalgama de individuos, que presentan potencial unificador y que pueden ser utilizados en métodos de ingeniería social por ideólogos nacionalistas.
Por supuesto, estos símbolos, ritos y relatos en un principio se encuentran con expresiones diferentes según la geografía, y deben normalizarse, estandarizarse, unificarse en un consenso acerca de los mismos, para poder generar un sentimiento de españolidad, en este caso, a individuos que anteriormente no sentían una llamada nacional.
Así, a través del turismo de masas, tan en boga en los últimos tiempos, y en los patrones de consumo que de este se desprenden, los componentes de la identidad nacional que permiten a un individuo el sentirse parte de la comunidad pasan a ser bienes producidos en masa y pensados para un consumo rápido. Podríamos dibujar así tres fases en la construcción de símbolos y ritos en la identidad nacional: primero, estos surgen orgánicamente en diversos puntos gracias a las características materiales de los mismos, luego, en el proceso de construcción de una identidad nacional y de un relato que pueda colocar a la nación en el gran escenario del mundo de naciones, se toman algunos de estos elementos, se normalizan, se ajustan a un estándar y se presentan como algo común a toda la comunidad nacional y, por último, se toman algunos de estos elementos identificables por estereotipos y se asimilan en un mercado de bienes de consumo producidos en masa.
Estos procesos son los que han sufrido varias experiencias culturales de la geografía española como podría ser la música flamenca, fácilmente localizable en Andalucía y algunas partes de Extremadura y Murcia o platos de la gastronomía, como la paella valenciana. Lo verdaderamente nocivo del kitsch turístico es que presenta estos elementos no como propios de una región sino de toda la nación, y los presenta alejados de cualquier verdadera intencionalidad cultural. Un ejemplo claro de esta idea es que podemos encontrar restaurantes que sirven paella valenciana en pleno centro de Madrid, siendo claramente un plato típico de otras gastronomías (LOS MEJORES Sitios De Paella En Madrid, Comunidad De Madrid – Actualizado En Enero De 2023 – Tripadvisor, n.d.). De esta forma, se elimina todo lo que de cultural puedan tener estas expresiones y se presenta como una experiencia descafeinada y completamente descontextualizada. Cuando uno habla de una paella valenciana debe entender que el instrumental de cocina utilizado y los ingredientes que se añaden tradicionalmente responden a unas necesidades materiales y sociales de un punto geográfico en concreto que, por supuesto, no es Madrid.
Lo mismo ocurre cuando, en las múltiples tiendas de souvenirs que podemos encontrar en la capital española, uno se cruza con imanes para la nevera con representaciones de flamencas en su vestido tradicional, o en algunas tiendas, donde se puede hasta comprar mantones de Manila, tal y como recomienda la propia página oficial de turismo del gobierno de España (Turespaña, 2022). Otra vez, nos encontramos en el mismo caso que antes: se presenta la cultura del flamenco como una común a toda la nación española, incluyendo así gentes y territorios que poco o nada tienen que ver con el desarrollo musical en cuestión. De esta forma, la tradición flamenca queda opacada por la propia experiencia del souvenir, que es tal, no en función de lo que representa, sino de dónde ha sido adquirido (seamos sinceros, la mayoría de gente que compra algo como lo mencionado no entiende qué está adquiriendo realmente, el verdadero valor del souvenir viene porque se compró en Madrid, en Londres o en Nueva York).
De esta manera se presentan dos capas de normalización social, de aglutinamiento y de pérdida de la individualidad: la primera, la arquetípica del nacionalismo que funde a todos los ciudadanos aptos en un ente nacional; la segunda, la arquetípica de la cultura de masas a través del consumo de productos baratos y producidos en masa, donde el individuo se aliena en el ente consumista y toma de él las características que debe presentar. De hecho, esto genera que la identidad cultural se acabe identificando, normalmente fuera del país en cuestión, completamente con los souvenirs cutres que se pueden encontrar (la relación España-paella es de una fortaleza innegable).
También puede ocurrir que esta presentación en formato kitsch de la identidad nacional se dé en un punto de conflicto nacional, como podría ser Barcelona. El nacionalismo catalán es, sin duda, el movimiento secesionista más pujante de España, país donde el centralismo administrativo siempre ha alimentado movimientos regionalistas centrífugos. En el caso catalán, un estudio de 2011 analizaba las características de los souvenirs vendidos en 29 tiendas del barrio gótico, y encontraron que un 20% eran típicamente representativos de entidades culturales españolas (estereotipos españoles que nada tienen que ver con Cataluña, como los imanes de flamenca que comentamos con anterioridad), mientras que solo un 12% representaban representaciones culturales típicamente catalanas como los Castells (Marine-Roig, 2011). Los propios autores del estudio indican que, en pleno contexto de des-españolización cultural y de resignificación cultural catalana, estos resultados no son aún los deseables debido a la intromisión de elementos españoles.
Conclusión
La construcción de una identidad cultural requiere de una simplificación y de una estandarización de los procesos que han surgido orgánicamente entre los individuos que deben formar una nación. Al superponer a esta normalización una segunda, la del modo de producción en masa del capitalismo tardío, nos encontramos con que los conceptos culturales que, como españoles, nos deberían ser comunes se encuentran bastardizados para su fácil consumo por el turismo masivo que nos invade.
Referencias
- Hobsbawm, E., & Ferrer, B. J. (2022). Naciones y nacionalismo desde 1780. Booket.
- Kulka, T. (1988). KITSCH. The British Journal of Aesthetics, 28(1), 18–27. https://doi.org/10.1093/bjaesthetics/28.1.18
- Kundera, M., & Valenzuela, F. (2008). La insoportable levedad del ser. Tusquets Editores.
- Horkheimer, M., Adorno, T. W., & Sánchez, J. J. (2016). Dialéctica de la Ilustración: Fragmentos filosóficos (10th ed.). Editorial Trotta, S.A.
- LOS MEJORES sitios de Paella en Madrid, Comunidad de Madrid – actualizado en enero de 2023 – Tripadvisor. (n.d.). https://www.tripadvisor.es/Restaurants-g187514-zfd10924-Madrid-Paella.html
- Turespaña. (2022, January 21). Reinventando el souvenir: 10 cosas tan típicas como originales para comprar en tu viaje a España. Spain.info. https://www.spain.info/es/top/souvenirs-tipicos-originales-espana/
- Marine-Roig, E. (2011). Innovation and identity in Barcelona’s tourist image as represented by souvenirs. Catalan Journal of Communication &Amp; Cultural Studies, 3(2), 175–193. https://doi.org/10.1386/cjcs.3.2.175_1

Pablo Moreno
Pablo Moreno es un autor nacido en Toledo, España, el 4 de octubre de 1999. Hijo de profesores, se crio entre libros de historia, ensayos de filosofía y novelas de literatura clásica, y aunque sus intereses le hayan llevado a estudiar Neurociencia, no ha dejado nunca de escribir.
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